Es el título de una película del año 2000, dirigida por Wolfgang Petersen, en la que George Clooney interpreta el papel de un capitán de barco dedicado a la pesca del pez espada que sucumbe junto a su tripulación al ser víctima de la convergencia de una borrasca que llega del continente y de una depresión atmosférica aguas adentro.

El patrón del Andrea Gail, que así se llama el pesquero de esta historia real llevada a la pantalla, desoye las advertencias de la guardia costera al objeto de llenar las bodegas de capturas y enderezar una campaña desastrosa. Las olas de hasta 25 metros de altura hunden la embarcación en minutos.

Bien, pues una tormenta perfecta se cierne esta semana sobre nuestro país, sumando lo económico y lo sanitario, a menos que atajemos el centenar de brotes de la pandemia y convenzamos a Europa de que se hará buen uso de los Fondos de Reactivación que se negocian ya en serio desde Bruselas.

Lo que comenzaron siendo ligeras infecciones de unos pocos, nada más terminar el Estado de Alarma, ha degenerado en más de ciento veinte brotes activos en todas las autonomías menos en una, con más de cinco mil contagiados.

Una sociedad a la que el Gobierno devolvía sus libertades tras el confinamiento ha sido capaz, en menos de un mes, de disparar las cifras de la Covid-19 y poner en alerta a unos exhaustos profesionales de la Sanidad sin tiempo de sobreponerse a lo anteriormente sufrido.

Todo por la negligencia de algunos que no tienen derecho a maltratar a aquellos sanitarios a los que aplaudíamos no hace tanto desde las ventanas.

Olvidamos pronto y como ciudadanos dejamos la impresión de que si no se nos tutela desde un poder que amenaza con encerrarnos de nuevo en casa o con multarnos por no llevar la mascarilla (ahora de forma indiscriminada), no somos capaces por sí solos de asumir el riesgo que entrañamos hacia los demás de hacerlos enfermar.

En lo económico, España, Francia e Italia van a tener que batallar y de qué manera para conseguir que la Unión apruebe los 750.000 millones anunciados del Fondo de Reactivación. De ellos, 500.000 a fondo perdido aún cuando países como Holanda o Austria quieren entregarlos con condiciones.

Habrá dinero, sí. Pero tardará en llegar, no será tanto y exigirá recortes a cambio. Entre tanto, seguiremos metidos en un bote con tripulación enferma y sin dinero, camino de la tormenta perfecta.