Marisa López Soria, tras una larga trayectoria de escritora de prestigio, especialista en literatura infantil y juvenil, vuelve a publicar un libro de poesía, Muy señores míos, que ha editado en Valladolid Difácil. Desde que obtuviera en 1995 (ha trascurrido un cuarto de siglo) el premio Enma Egea por su libro En consideración te escribo, no había vuelto a decidirse a editar un libro poético, como indica en sus palabras preliminares Raquel Lanseros, por considerar Marisa «que la poesía no es cotidiana, es rapto y soplo de trance único, aunque también por rendición palmaria a la voz de su madre, maravillosa Josefina Soria».

En todo caso, lo que nos ofrece ahora Marisa es un libro muy sólido y cohesionado, alimentado por reflexiones de evidente madurez como creadora y organizado sabiamente para dar entrada en sus versos, en sus poemas, a implicaciones directas en la vida y en el mundo surgido en esta etapa de su actividad creadora. El libro se compone de tres partes bien distintas y en cada una de ellas entran en juego registros y compromisos diferentes. Desde luego, la primera parte es excepcional: La orilla rota contiene una distendida elegía al padre, distribuida en 35 estancias muy breves que son como fulgores para recoger imágenes, sonidos, recursos y tactos de la relación tan profunda como intensa con el padre, evocado en su vida, en sus dulces prendas y representado en el dolor de la pérdida, de la ausencia y la nostalgia de la consecuente soledad. Decididamente Marisa ha restablecido vínculos y ha trazado imágenes que se han convertido en imperecederas para contener amor, aprecio, cariño y pasión por la figura noble y digna del ausente. Breves poemas, dulces prendas, interrogaciones ensimismadas que culminan en el extenso poema final de la serie, repleto de sufrimiento y de dolor, expresado, eso sí, con serena dignidad, con cercanía permanente, con vitalismo y esperanza a pesar de que esté protagonizado por la muerte.

Las otras dos partes del libro, Trampantojos. (Poemas reos) y París, reflejan bien las pasiones de cada día y penetran en la introspección psicológica para mostrar los matices más variados de la convivencia, de la relación con los demás, del amor incluso. Destaca, en estas partes sobre todo, cómo la palabra poética de Marisa López Soria se envuelve en la multiplicidad de significados que, a veces, lindan el atrevimiento y casi la expresión irracionalista para desdoblar significados y evocar asombros, entusiasmos, emociones, de manera que los poemas se convierten en páginas de un diario, en descubrimientos y sorpresas que van creando la realidad de cada día. Es justamente la riqueza expresiva de su lengua poética la que ofrece al lector sugerencias cada vez más vivaces y de una lucidez sobrecogedora. Marisa se entrega así al relato de la realidad vivida para mostrar optimismo que no oculta, junto a los naturales gozos, algunas sombras, como las del desengaño y la infidelidad. Como señala Raquel Lanseros en las palabras preliminares que escribe para este libro, «en la segunda y tercera parte, de temática amorosa bien diferente, despliega un estupendo dominio del ritmo y, en uso de la ironía (punta escasa en la poética), nos adentra en los contradictorios y poliédricos sentimientos que genera la pasión humana».

Dominadora de la palabra poética como pocas, su larga experiencia como escritora se reencuentra en estos poemas cuando advertimos que todos ellos están precedidos por una devoción singular por la semántica más original y sorprendente, a veces irónica, en ocasiones sarcástica, divertida y acaso lúdica en otras oportunidades, porque en el fondo la gran gustadora de la palabra no ha dejado de estar muy activa en este excelente libro.

Interesa también hacer alguna reflexión sobre la cohesión que muestra el poemario, que sin bien podría parecer diverso y variado, sin embargo está presidido por un solo objetivo: revivir la existencia de esos «muy señores míos», que son los destinatarios y el objetivo de tantas representaciones poemáticas. Es la expresión de una convivencia real, que aunque en un caso está interrumpida trágicamente por la muerte, define muy bien la pasión contendida en todos los poemas del libro; y eternizar esos sentimientos es también examinar la propia conciencia y descubrir en las íntimas galerías del alma cuáles son las ansiedades que conforman la realidad vital de la escritora, de Marisa López Soria.

Un cuarto de siglo ha tardado en ofrecer a sus lectores un poemario propio y suyo, pero lo ha hecho con acierto y devoción, y ha mostrado lo mejor de sí misma, su humanismo, su pasión por la convivencia, su devoción por la vida y su amor, escenificado hermosamente en muchos de estos poemas.