Desde que todo comenzó, esta especie de película extraña en la que vivimos las últimas semanas, aplaudimos en nuestros balcones, agradeciendo el trabajo de miles y miles de empleadas y empleados públicos que, día tras día, velan por nuestra seguridad. Pero vienen curvas cerradas y deberíamos acordarnos de fechas pasadas, no muy lejanas. Y no porque haya que mirar atrás, sino para hacer memoria (que a veces es frágil y traicionera) y ver la trayectoria hacia nuestro presente actual. Los mayores recortes de la historia en sanidad, recortes en personal, en medios materiales, en investigación, en instalaciones? tendríamos que recordar que algunos de los partidos políticos, que ahora se dedican a dar lecciones de cómo salir de esta crisis sanitaria, fueron los grandes impulsores de la carencia de medios hoy.

Pero ahí es donde nace la solidaridad del pueblo, de las y los grandes profesionales y de las y los trabajadores anónimos, de trasportistas, taxistas, trabajadores de los supermercados? y tantas y tantos otros que, sin mirar atrás y con los pocos medios con los que cuentan, empujan hacia adelante en estos momentos de oscuridad y dan luz a la esperanza, con su trabajo, con su tesón y con su esfuerzo infatigable. Y, lo más importante, lo proyectan hacia todas y todos nosotros, arriesgando su salud, y la de sus familiares, por nuestra seguridad.

Entre estos héroes y heroínas, también se encuentran en la trastienda, sin dejar de trabajar, las y los empleados públicos de los Servicios Sociales, que cada día, en su labor social, llaman, investigan y velan por la población más necesitada: por nuestros mayores, que se encuentran solos en casa y que son personas de alto riesgo por su edad, ayudándoles en sus necesidades básicas y dando todo tipo de aliento en la soledad que este confinamiento les está generando.

Hay que tener la ilusión de que este mal sueño va a terminar en breve plazo, pero también hemos de reflexionar, porque los que ahora son nuestros héroes y heroínas, ayer lo fueron y mañana también lo serán.

Las y los empleados públicos han demostrado, con su dedicación y sacrificio, que tener unos servicios públicos fuertes y de calidad es la mayor garantía que puede tener la sociedad en cuanto a seguridad y tranquilidad ante desgracias de esta magnitud. Han demostrado que de nada sirven aeropuertos cerrados, infraestructuras faraónicas que no tienen utilidad alguna y que pueblan las fotografías de la España del despilfarro, de la mala utilización del dinero público, algo que tampoco debemos olvidar.

Estamos viendo que en una crisis de tal gravedad como en la que nos encontramos se siguen haciendo políticas destructivas, incluso pidiendo por parte de algunos dirigentes que se haga un Gobierno de Emergencia Nacional, y yo me pregunto: ¿De qué sitio han salido estos señores? ¿en qué mal sueño se les dio cabida?

Hemos de seguir trabajando (las y los empleados públicos, trasportistas, limpiadoras, cocineros en centros sanitarios, empleados de residencias de ancianos, de personas con discapacidad, etc.), al margen de todos estos 'salvapatrias' que no aportan nada y que lo único que pretenden es instaurar el discurso del caos y el enfrentamiento.

Tenemos que pensar cómo ayudar en el futuro más inmediato para que, en el momento en que esto termine, nuestra sociedad sea capaz de levantarse con la suficiente fuerza. Y para ello es necesaria la ayuda de todas y de todos: del Gobierno de la nación, con ayudas que lleguen a todos los colectivos de la sociedad, más si cabe a aquellos que sienten la pérdida de un ser querido sin despedida; del empresariado, que ha de ser la maquinaria de la sociedad en su recuperación; y de trabajadoras y trabajadores, el factor humano, que es el combustible que hace que esa maquinaria funcione.

Y, por favor, no olvidemos todo lo que han aportado y arriesgado en estos días estos héroes y heroínas de hoy, de ayer y de siempre, nuestro personal de Servicios Públicos.