Dice Luis González-Adalid, artista cartagenero, que hay que «pensar el territorio». Jordi Carrión, autor de Pasajes de Barcelona con quien coincidimos en su presentación de Contra Amazon en Libros Traperos (Murcia) me escribió que puede pensarse «con la cabeza, el corazón o las manos».

Tenemos los dibujantes la necesidad de hacerlo con estas últimas. Nuestro pensamiento pasa por lo gráfico.

Toda dibujo es la proyección de una idea. Como tal es una representación, algo vuelve a hacerse presente en un proceso de reflexión semejante al de un espejo. Teníamos en San Carlos, la facultad de Bellas Artes de Valencia, un profesor de Dibujo de Estatua que no diferenciaba entre dibujos buenos o malos sino entre dibujos inteligentes o estúpidos.

No todo el mundo ha ejercitado su mano para trazar formas. En estos casos lo que puede ejercitarse es la mirada.

Esta semana se ha celebrado el Día Internacional del Síndrome de Asperger (18 de febrero). El síndrome de Asperger es uno de los Trastornos del Espectro Autista. Sabemos que las personas con autismo son pensadores visuales y que poseen una sensibilidad diferente a la de sus compañeros. Diversas series han popularizado esta condición y trastorno. Quedémonos con que hay diferentes formas de pensar y que hay, como decía Berger, modos de ver. Integrar el máximo de miradas nos enriquece y cultiva. Tal es el objetivo del Arte y el de la Educación.

Debe valorarse a quien mira y ve cosas diferentes. Nuevas o desde un ángulo no habitual.

He ahí el gran valor de la Cultura: confrontar miradas.

Hay en Portmán un señor mayor, Jim. Es de San Francisco, California. Estuvo en la Guerra de Vietnam. Escribió una trilogía sobre su experiencia allí. En el pequeño pueblo costero lo conocen como 'el loco de las piedras'. Como suele pasar en estos casos, ni está loco ni le van las piedras.

Jim lleva años coleccionando gachas, escorias de hierro que encuentra en sus paseos, y no son pocas las que tiene en su colección. Acumulada, ordenada y clasificada en cajas y estantes. Trabaja con ellas como los personajes de reality americano. Busca convertir las gachas en un producto que sea apreciable por la sociedad.

Portmán rebosa escoria de hierro, cuenta con grandes depósitos en escoriales o gacheros. Es tal la cantidad que se ha usado como material de relleno para asfaltar una buena cantidad de carreteras. Los vecinos en la Liga bromean tomándose un café: «Si resulta que es radiactiva la llevamos clara, está por todas partes». Vivimos sobre un sustrato de la impureza del mineral más usado en los últimos 3.500 años.

Jim buscaba a alguien que le ayudase en su proyecto de dar forma a su colección de gachas y ponerlas en valor reivindicándola como una parte relevante del paisaje minero. Invitado por él seleccioné y dibujé al natural cinco piezas procurando representarlas con gran detalle, se trataba de pensar con las manos.

Invitamos a otro artista, Cristóbal Hernández Barbero, a participar del experimento. Se sumó realizando moldes. Llegamos en el proceso a lugares y conclusiones diferentes. El resultado fue una pequeña y humilde exposición en la Liga de Vecinos de Portmán. Por el camino nos preguntábamos. ¿Qué llevó a Jim a reunir su colección? ¿Cual es su mirada?

En mi caso sé que me atrajo. Las costras de cristal de hierro que se forman en el proceso de fundición están a medio camino del fósil y el objeto arqueológico. Son fascinantes las formas caprichosas que adoptan las impurezas de la mena mezclada con el hierro. Unas semejantes a plumas, otras a rostros, volutas u hojas, vestigios a medio camino entre el cristal y la piedra tallada. Evocan una categoría estética que conocemos por lo sublime: la conciencia y percepción de la fragilidad del ser humano en su paso por el mundo al enfrentarse a los elementos de la Naturaleza y al paso del tiempo.

Pero por qué un americano de la bahía de San Francisco que cuenta con un paisaje y Naturaleza desbordantes, por qué alguien que viene de allí se fija y posa su mirada en algo tan insignificante como unas piedras del color de la cocacola de un lugar tan humilde, modesto y deteriorado como Portmán.

Jim nos hablaba de su pasado como trabajador en empresas químicas. Investigando descubro que hace referencia a Georg Bauer, Agrícola, el tratadista que escribiera De re metallica en 1556. La escoria de hierro que él busca es antigua. No está apenas fragmentada ni triturada, como sí lo está la más moderna. Es fruto del hábil trabajo de herreros y fundidores con el marro o con una bola de cañón que se dejaba caer sobre el mineral fundido para que se desprendiera. Diferentes miradas sobre un mismo paisaje. En esta tierra que es costra y cicatriz sufrida necesitamos más Jims que se desvíen del camino recto y vean lo que los demás no vemos, que vengan de fuera y nos ayuden a construir un futuro mejor en la encrucijada en que nos encontramos. La diversidad en la calle, en los montes y en las aulas siempre nos enriquece. Le pese a quien le pese.