Nuestro país va a ser la sede de lo que se conoce como la COP25, o sea la vigésimo quinta (o veinticincogésima, o veinticincoava, o como pijo se diga, y perdonen el murcianismo) reunión de la Conferencia de las partes del convenio de Naciones Unidas sobre cambio climático, familiarmente conocidas como Cumbres del Clima.

Las COP se celebran cada año desde 1995. Las cumbres más importantes fueron las de Kioto (Japón), en 1997, en la que se acordó una reducción de emisiones del 5% con el famoso ‘protocolo de Kioto’, y el Acuerdo de París de 2015, en el que se estableció como meta limitar el aumento de la temperatura en este siglo a un máximo de 2ºC.

Tras la renuncia de Chile por su situación de inestabilidad interna, Madrid acoge entre el 2 y el 13 de diciembre la edición número 25 (ahora sí) de este importante encuentro cuyo objetivo es lograr un acuerdo en el que se establezcan obligaciones para todas las naciones implicadas para combatir el cambio climático. La cita de Madrid es especialmente importante porque lo que se pretende es ultimar las reglas necesarias para implementar el Acuerdo de París en 2020, año en el que termina la vigencia del Protocolo de Kioto.

Las cifras que va a manejar la COP 25 son verdaderamente apabullantes. Se espera que acudan entre 20.000 y 25.000 personas de 200 países, entre ellos unos 1.500 jóvenes, y una buena cantidad de jefes de Estado y de Gobierno.

El espacio reservado en Ifema para el evento tiene más de 10.000 metros cuadrados, a lo que hay que añadir 3.000 metros cuadrados de salas de convenciones y reuniones, cerca de 1.000 voluntarios participarán en el evento, y el gasto superará los 60 millones de euros, aunque se estima que el ingreso económico en la Comunidad de Madrid de la visita y la actividad de tal cantidad de personas podrá incluso superar el gasto en el que se incurre. Como no podría ser de otra forma, el impacto de la cita sobre el cambio climático responderá a la envergadura del movimiento de gente. La cumbre de Madrid generará aproximadamente unas 65.000 toneladas de CO2 que, según sus organizadores, serán compensadas a través de reducciones certificadas de emisiones que adquirirá el Gobierno y que procederán de proyectos impulsados por bancos de desarrollo.

Es obligado que desde aquí, y desde cualquier sitio, le deseemos mucha suerte y buen trabajo a la COP 25, a Naciones Unidas, al Gobierno de España y a los del ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. No debe ser nada fácil montar este evento en tan poco espacio de tiempo. Y, sobre todo, suerte para todos nosotros. De lo que se decida en esta y en próximas Cumbres del Clima depende mucho de nuestro futuro. No duden que el cambio climático es el principal de los retos con que se enfrenta la humanidad en este arranque de siglo XXI, y particularmente para regiones semiáridas como la Región de Murcia.