Querido Diego Conesa:

He seguido con interés los análisis que han hecho los comentaristas del diario La Opinión de Murcia. Y muchos sostienen, como yo, que la actuación de la Ejecutiva Regional en el caso de la alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón, es excesiva o desproporcionada, irreflexiva e injusta.

Comparto totalmente la actitud de Ana Belén Castejón y apoyo el acuerdo suscrito por ella con Noelia Arroyo del PP y Manuel Padín de Cs para gobernar el municipio de Cartagena con seriedad, desde la preocupación por los ciudadanos, para tratar de resolver sus problemas y facilitarles la vida.

Para eso están los partidos políticos y para eso están los hombres y mujeres que se dedican a hacer política, para resolver los problemas de los ciudadanos que pagan sus impuestos. A mi entender lo más importante no es mantener la unidad y disciplina de los afiliados. Entiendo que cuando un partido político tiene como único fin su propia defensa, para asegurar su continuidad y estabilidad, así como los puestos, privilegios, las prebendas y retribuciones de sus miembros, está perdido.

Finalmente añadiré que lo que ha hecho Ana Belén, pactando con el PP, y Cs´s, lo he hecho yo también durante los ocho años en que ocupé la Alcaldía de Murcia, en minoría. Necesitaba pactar. Y pacté. Pacté votaciones en asuntos importantes para la ciudad, como presupuestos, proyectos urbanísticos, compras de suelo, con Ramón Luis Valcárcel (PP); también pacté con algunos concejales del CDS y, solo excepcionalmente, con Izquierda Unida, a pesar de que ellos eran mis 'socios teóricos', que me habían apoyado para la investidura. Dejaron de apoyarme cuando Anguita pactó a su vez con el PP nacional para el llamado 'sorpasso'.

Confieso también que utilicé los contactos y buena relación que tenía con Clemente García, Secretario General de la CROEM, que había sido el último Alcalde franquista y el primero de la democracia, como le gustaba decir con una sonrisa irónica. Gracias a él negocié con la organización empresarial de Murcia. El PSRM ni respiró.

Es más, en otro momento muy complicado, cuando el PP y el CDS negociaban para montar una moción de censura contra mí y llegar a un acuerdo para repartirse la Alcaldía, ofrecí hacer un gobierno de coalición a toda la oposición. Tampoco ahí intervino la dirección socialista, a quien no había pedido permiso alguno ni había dado cuenta de lo que pretendía hacer. Seguramente tenían más experiencia política que los de ahora y pensaban esperar y ver cómo salía del atolladero en el que me encontraba.

Pero no terminan aquí los pactos de esos momento. Pacté... con la familias del PSRM-PSOE: los llamados 'Enanos', los 'Jumistas' y los 'Carlistas', (los pocos que apoyaban a Carlos Collado).

Por extraño que pueda parecer, con ese pacto PSOE-PSOE, trataba yo de garantizar el voto en el Pleno de los concejales socialistas y evitar se repitiera lo que ya me había ocurrido una vez, cuando una conspiración de pedáneos con apoyo de miembros de la Ejecutiva regional, votó contra la aprobación del proyecto de presupuestos municipales.

En ninguno de estos casos que te relato, pedí permiso a la Ejecutiva Regional y nunca me reprocharon nada; tampoco se les ocurrió pensar en expulsarme del Partido. El problema era mío y como si fueran grandes políticos británicos hacían el «esperar y ver».

Eran dirigentes socialistas inteligentes: si la operación salía bien, perfecto, y si salía mal, ya ajustarían las cuentas conmigo. En ningún caso se les ocurrió expulsarme. Ya habían tenido las malas experiencias anteriores de: haber forzado desde Murcia la dimisión de Juan Martínez Simón de la alcaldía de Cartagena; de la expulsión de Antonio Bódalo de la lista municipal de Murcia y habían visto cómo el electorado había rechazado al nuevo candidato, que era yo. El partido había perdido la cómoda mayoría absoluta que, en 1987, tenía en el municipio, mientras Carlos Collado la conservaba y aumentaba en la Comunidad Autónoma.

Como decía, no me abrieron expediente ni me expulsaron. Es más, el secretario general y presidente autonómico, Carlos Collado me apoyaba y me daba créditos regionales y la Delegada del Gobierno, la señora Sáenz Laín, me ayudaba a buscar inversiones estatales.

Por eso hoy no entiendo la fijación e inquina que tiene la Ejecutiva socialista con la Alcaldesa de Cartagena porque, bajo su responsabilidad y asumiendo su propio riesgo y fatigas políticas y electorales, ha pactado con el PP, como tantos otros hemos hecho antes que ella y otros lo volverán a hacer después, cuando esta Ejecutiva haya pasado.

Por favor, Diego, olvida a tus asesores o, mejor, no hagas mas caso a estos talibanes, retira la expulsión de la señora Castejón; pacta con ella y ayúdale a sobrevivir para mejorar Cartagena. No es necesario que le des una medalla, no te pases, limítate a agradecerle que conserve la alcaldía para el PSOE. De ese modo podrás dedicarte a asuntos más importantes para ti y para los murcianos.