Las feministas creen que el siglo XXI será el siglo de las mujeres, ya que la lucha por la igualdad y por la paridad parece ya imparable en todos los rincones del planeta. Cada día aparecen nuevas organizaciones feministas dispuestas a exigir en la esfera pública y privada lo que se les ha restado a lo largo de la historia de la humanidad. Incluso, en los lugares en los que reclamar el mismo trato legal, social y laboral que se le da al otro 50% de la población es una actividad de riesgo. Sin embargo, hay momentos en los que parece que ese objetivo se aleja un poco más. La conformación de los nuevos gobiernos locales es un buen termómetro para comprobar si la perspectiva de género está calando en el estamento político, como una herramienta más para conseguir que la mujer alcance en la esfera pública la posición que ostentan los varones. No sólo en cuanto a número sino también en lo referente a asunción de responsabilidades.

Al poner la lupa en el municipio más grande de la Región, se observa que no se ha aplicado esta perspectiva de género que tan buenos resultados cosecha en otras órdenes de la vida. El Gobierno local de Murcia, compuesto por 15 personas, solo cinco de ellas mujeres, ha conformado una serie de responsabilidades o concejalías que han sido repartidas por los dos máximos exponentes políticos del Ayuntamiento: José Ballesta, alcalde de la capital con once concejales, y Mario Gómez, primer teniente de alcalde con cuatro ediles.

Estos mandatarios han optado por una posición bastante conservadora a la hora del reparto de delegaciones y han aceptado con toda normalidad, y así lo han aplicado, que los concejales varones electos asuman las tareas que, en un principio, se antojan más importantes en una corporación local. Por contra, a las concejalas les han asignado parcelas más amables y que están asociadas a los roles tradicionales que la educación de género ha contribuido a perpetuar con la consecuencia más evidente: apuntalar el heteropatriarcado.

Se ha producido por tanto un reparto esteriotipado del poder, que no ayuda a la creación de modelos diferentes de gestión ni de referentes para futuras generaciones. Para ellos, las áreas que conforman la molla de cualquier gestión pública como la economía, el urbanismo, los recursos humanos y personal, el tráfico y la gestión del cuerpo de la Policía Local. Para ellas, los departamentos periféricos como la agenda, los servicios sociales, la familia o la educación, que recuerdan al traje a medida que la sociedad les ha hecho a las mujeres y al destino al que intentan adaptarlas incluso desde que nacen. En el nuevo Gobierno solo hay una excepción. Rebeca Pérez, segunda teniente de Alcalde, a la que se le ha encomendado Movilidad Sostenible y Juventud.

El currículum de las concejalas de Gobierno es completo e indica que ellas están tan preparadas o más que ellos para asumir cualquier responsabilidad, pero no lo han visto así los que han tenido la potestad de hacer el reparto. Las mujeres han demostrado en estos años que saben gestionar muy bien lo público y lo han demostrado en el Ayuntamiento de Murcia sobradamente, ya que en corporaciones pasadas las féminas asumieron carteras tan importantes como Hacienda, Tráfico, Urbanismo y Policía. Algunas incluso llegaron a consejeras, diputadas y senadoras tras su paso por lo municipal. Llegados a este punto cobra más sentido que nunca uno de los pensamientos de la filósofa y feminista española Amelia Valcárcel. Esta profesora de la universidad afirma que las mujeres son un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo. Por nadie pase.