El nuevo Gobierno de Andalucía tomó posesión el pasado mes de enero, poco tiempo transcurrido para juzgar su labor porque, ciertamente, se precisa de un periodo de reflexión en la toma de decisiones. Sí, poco tiempo para demandar resultados, pero suficiente para percibir la incoherencia de algunos miembros del gabinete que, si en la oposición aparecían ante la ciudadanía como los paladines de la defensa de los intereses de los andaluces, denunciando, al parecer, cientos de tropelías por parte del Gobierno andaluz, ahora dicen eso de 'donde dije digo, digo Diego', en un ejercicio de falta de coherencia personal digna de estudio.

La coherencia se define como la relación lógica entre dos cosas, o entre las partes o elementos de algo, de modo que no se produzca contradicción ni oposición entre ellas. En otras palabras: «En toda sociedad debe haber coherencia entre las formas de vida y los principios éticos». Y una de las cualidades que deberíamos valorar más en el ser humano es que actúe en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa. Por ejemplo, un político hablará con coherencia si no realiza promesas imposibles de cumplir ni distorsione la realidad. Y lo incoherente sería que prometiese cosas que no podrá cumplir. Justo lo que está haciendo el PP y Ciudadanos en el Gobierno de Andalucía al defender hoy lo que ponían en cuestión ayer, y es que la llegada al poder debe trastornar tanto que hasta puede cambiar los principios de algunos, como le ha ocurrido al hoy presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, que cuando él era líder de la oposición criticaba duramente a Susana Díaz, la anterior presidenta, por facilitar vivienda gratis a los altos cargos de la Junta. El entonces presidente del PP decía: «Es prescindible la calidad en la educación o la sanidad, pero no es prescindible pagar la vivienda a los altos cargos o la maquinaria política que ha engrasado en torno a la Junta de Andalucía». Se refería a unos sesenta altos cargos de la Junta que residen en municipios lejanos al lugar donde ejercen su puesto. En su mayor parte son consejeros, viceconsejeros y secretarios generales que no son de Sevilla, pero trabajan en dicha ciudad, donde se encuentran la mayor parte de las instituciones del Gobierno andaluz.

Pues bien, el nuevo Ejecutivo mantendrá estas ayudas. Sí, los populares se pasaron años criticando que esto ocurriera, pero ahora gobiernan ellos y las cosas se ven de otra manera. Y ya no se habla de 'maquinaria política' y sí de necesidad, porque cuando se tiene el poder, la memoria suele mostrarse frágil y los portavoces han poner su mejor cara para, sin que se les mueva un músculo de ella, aparecer ante los medios de comunicación para decir todo lo contrario a lo que se proclamaba hace unos días.

En Murcia, también sabemos algo de coherencia e incoherencia en algunos políticos. Conocemos lo que algunos defendían y silenciaban hace un tiempo, cuando estaban en el poder, y lo que pregonan ahora, cuando ya no pisan moqueta. Y el caso más palpable es el de Alberto Garre, que desde 1987, como concejal del PP, hasta 2015, en que fue despedido como presidente de la Comunidad, estuvo viviendo de su partido (durante todos esos años fue también diputado regional y nacional) y al dejarlo en 2017, porque ya no disfrutaba de los placeres del poder, le escribió una impresentable carta al presidente del PP de entonces, Mariano Rajoy, denunciando todas las corruptelas de su partido y haciéndose el estupendo, cuando no había dicho ni 'mu' en todos los años de disfrute.

Pero también conocemos a políticos coherentes; en este caso, una política, Rosa Peñalver, que ha presidido la Asamblea Regional durante los últimos años y que por coherencia con su condición de mujer feminista respaldó la candidatura de otra mujer, Susana Díaz, cuando salió elegido Pedro Sánchez como secretario general del PSOE. Una coherencia que, quizás, le han hecho pagar ahora.