Decía un viejo proverbio chino o tibetano, amparado por años de empírica observación de los chimpancés, que éstos comparten con el ser humano/a el 99 % de las características de los genes. El uno por ciento restante que los diferencia se encuentra en la capacidad de dominar el sueño. Mientras que los monos no pueden, el hombre/mujer parece ser que sí. Que digo yo que es mucho decir, porque todo dependerá de lo cansado que se encuentre el ser humano, de lo medicado que esté, de que haya dormido lo suficiente en conexión directa a lo que necesites de Morfeo, pues es sabido que las hormigas se echan hasta 250 siestas de un minuto al día. Eso sin contar con que no esté enfermo de apnea del sueño. Por eso, si te ves obligado a dirigirte a un auditorio inmediatamente después de una copiosa comida, lo mejor que puedes hacer es contarles esa mínima diferencia entre unos y otros mamíferos, para que te atiendan sin dar un ligero clis ni trasconejarse del todo.

Toda esta introducción, viene a cuento del que han denominado «juez durmiente del caso Gürtel». Ese caso donde nadie se enteraba de nada pero que casi todos chupaban de la generosidad desinteresada de algunos empresarios y políticos, en las ciudades del oso y de la naranja, principalmente. Ese juez, que gracias a la denuncia de algún cabecilla de dicha trama, se vio sometido a una investigación por la Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial, porque decían que durante largos períodos de tiempo a lo largo del juicio, permaneció en situación de somnolencia. La finalidad de los denunciantes no era tanto, creo, que lo empapelara el Consejo por dormilón, como la de obtener por esa vía la nulidad de un juicio que les fue muy mal. La inspectora disciplinaria de turno, tras una investigación oportuna, contando esencialmente con la visión de las imágenes del plenario, ha resuelto lo siguiente: «Si bien es cierto que en determinados momentos de ciertas sesiones se observa al magistrado denunciado, con los ojos aparentemente cerrados, no es fácil precisar o distinguir con suficiente detalle si está o no dormido o si simplemente adopta una posición de descanso, como consecuencia de la extensión, intensidad y complejidad de las sesiones del juicio. O a lo mejor, es que estaba ensimismado en sus propias reflexiones, exteriorizadas de esa específica manera». Como consecuencia de ello, al no existir ninguna connotación ofensiva, desconsiderada o irrespetuosa, archivó el expediente disciplinario abierto.

Con lo cual los denunciantes se han quedado con la gana de que se anule todo el proceso y así poder retrasar su condena, para que repitiéndose nuevamente el juicio, obtener como mínimo la aplicación de la atenuante de dilaciones injustificadas, y así rebajar la condena. Eso si no consiguen una prescripción como a veces sucede, ya sea por denuncia tardía, ya sea por plazo de seis meses sin investigar. Intención que se estime la prescripción, que por otra parte es tan licita como obligatoria de usar, por si sale bien, que sale.

Lo cierto es que el magistrado aunque aparecía con la cabeza inclinada, mueve las manos y consulta unas notas con la misma cabeza abajo. E incluso, se pone la mano derecha sobre los ojos como señal de cansancio. Todo lo cual, evidencia una actitud reflexiva. Y además dice la resolución de la inspectora, que puede ser recurrida por cierto ante la Comisión Permanente de dicho Consejo, que bien podían los ahora denunciante haber llamado la atención del juez, formulando una protesta en el acto del juicio.

En definitiva, estoy seguro, dormitando o no, que se enteró de todo lo sucedido durante el proceso y si no, lo habrá visionado en la grabación que se llevó a cabo. En cualquier caso, si te crees lo de la predicción por cartas, también te puedes creer que mientras duermes te enteras de todo y hasta que aprendes idiomas.