En una de las escenas más románticas y tristes del western, Johnny Guitar le dice a Vienna: «Dime algo bonito. Miénteme. Dime que todos estos años me has estado esperando. Dímelo. Dime que te habrías muerto si no hubiera regresado. Dime que aún me quieres como yo te quiero a ti€», mientras su amada asiente y va repitiendo sus palabras como si, en el borde de la ironía, tuvieran el poder todavía de reconstruir el amor hecho pedazos. Es una historia llena de amargura, reproches, resentimiento, dolor y mentiras. Pero detrás de todo eso, los dos amantes desdichados buscan la verdad.

Svetlana Aleksiévich es una experta en la búsqueda de la verdad en medio del sufrimiento. A ello ha dedicado su vida de reportera en los lugares más desolados: guerras, tiranías, catástrofes. Sus historias sobre la gente que sufre destilan una forma de estar en el mundo a la que se podría aplicar lo que Vivian Gornick llama «inteligencia atrapada en dolor». Allí donde la vida parece más real. En una entrevista reciente en la que se le preguntaba por la posibilidad de captar la verdad, decía que «el amor y la muerte son cosas sobre las que cada persona tiene sus ideas muy propias y no hay nada que inventar ahí cuando hablan». Son momentos tan poderosos, tan reales, que ni siquiera las mentiras pueden ocultar la verdad.

Como el amor, el arte es también una búsqueda de la verdad que se alcanza cuando el artista se atreve a enfrentarse a sí mismo tan desesperadamente como Johnny Guitar, en la frontera de la soledad, para entonar su oración hecha de palabras gastadas, pero eternamente renovadas por la pura confianza: «Dime algo bonito. Miénteme». Entonces encuentra su voz, cuya verdad brilla en el eco de alguien que escucha. «No hay nada más difícil que enfrentarse a uno mismo y aceptar sus limitaciones», dice la ilustradora Ana Juan para explicar cómo descubrió su forma de contar. El amor, como el arte, es el eco milagroso que nace del silencio si mantienes la esperanza.

Johnny Guitar se ha cansado, quiere olvidar el pasado y empezar de cero. Solo olvidando el dolor cree que podrá afrontar el futuro. Pero Vienna le exige que escuche la verdad aunque duela. En la misma entrevista Aleksiévich decía que a partir de cierta edad las personas huyen del amor: «Lo quieren, pero le temen». El amor tiene de tranquilo lo mismo que el salón en el que Vienna se reencuentra con Johnny. Cuando amamos nos volvemos vulnerables al sufrimiento. Pero solo así cada día, cada año, es de verdad nuevo. Por eso nunca es tarde. No importa cuánto nos hayamos alejado. En la frontera, de noche, resuena el eco: «Te he esperado, Johnny ¿Por qué has tardado tanto?»