Con los pelos como escarpias. Así se queda cualquiera al leer el informe de Amnistía Internacional, cuyo contenido fue tema de conversación ayer en la manifestación que recorrió las calles de la ciudad de Murcia, convocada por la Asamblea Feminista y el 7N, contra la violencia machista, una lacra que lejos de acabarse parece que cada día toma nuevo impulso sin que las administraciones hayan podido contener este problema que denota que detrás hay una sociedad enferma y sin esperanza.

Abstrayéndose de las cifras, que son también espeluznantes, uno de los puntos más importantes de ese informe de Amnistía hacía referencia al tratamiento que se dispensa a lo largo y ancho de la geografía española a las distintas víctimas tanto de maltrato como de violaciones. Depende de tu lugar de residencia puedes tener más o menos oportunidades. Se torna entonces en una lotería, y no precisamente la de Navidad, salir de ese pozo violento y de esa soledad impuesta que genera un nuevo pozo, en ese caso de amargura, tan hondo que hay muchas que se quedan por el camino.

En esa lotería, es mala suerte ser mujer y murciana porque esta Región carece, tal y como denunciaba Amnistía Internacional, de centros de atención especializados para víctimas de violencia sexual, junto a otras nueve comunidades autónomas: Aragón, Baleares, Canarias, Castilla La Mancha, Extremadura, País Vasco, Galicia, La Rioja y Navarra, así como Ceuta y Melilla. Y sí, la violencia sexual también es violencia machista y puede llevar hasta la muerte.

Esta aclaración es bastante necesaria porque los términos lógicamente van evolucionando y ya no solo se habla de violencia machista refiriéndose al maltrato de parejas, exparejas o compañeros sentimentales. También las agresiones sexuales forman parte de ese 'catálogo' infernal de conductas cavernícolas contra las mujeres porque son maderos del mismo cuño: patriarcado y dominación impuesta por el machismo, un derivado de la visión androcéntrica del mundo y de la realidad.

En pocas palabras, la ONG constata que en todas las comunidades autónomas existen carencias en la atención a las víctimas. Y yendo al detalle ha certificado que ninguna de las 17 autonomías cuenta con 'centros de crisis' con personal multidisciplinar y con una verdadera especialización en violencia sexual, disponibles las 24 horas del día, todos los días del año, como establece el Consejo de Europa.

Otro dato que deja ojiplático al personal de ese informe de Amnistía Internacional es que la mayoría de las mujeres que denunciaron no volvería hacerlo por el largo y doloroso periplo que tienen que pasar debido a la inadaptación del sistema administrativo, policial y judicial.

En definitiva, mucho trabajo por hacer por parte de la sociedad en su conjunto y en particular por distintos colectivos que trabajan con estas mujeres que necesitan apoyo. Un apoyo que las periodistas de la Región también están dispuestas a ofrecer, y por eso salieron ayer a la calle junto a otras cientos de mujeres, algunas de ellas, muy jóvenes (una alegría ver a gente con tan pocos años y tan comprometida) para reclamar un periodismo digno con el objetivo de no victimizar de nuevo a las víctimas y no ofrecer una imagen benigna del maltratador, acosador o agresor.

La Plataforma Colombine de Mujeres Periodistas Feministas de la Región quiere así poner su grano de arena con la promoción de ese periodismo no estigmatizado y no estereotipado porque lo peor que le puede pasar a esas mujeres que están en el pozo es que se produzca en la sociedad un efecto narcotizante o de banalización de la violencia machista. El periodismo conforma realidades y debe ayudar, con el adecuado empleo de las palabras, por ejemplo, a cambiar determinadas situaciones que por injustas no deben perpetuarse. Aplicar la perspectiva de género también en el periodismo que se hace sobre esta lacra es una de las obligaciones que se torna más perentoria que nunca. Por nadie pase.