Bueno€ pues ya soy mediador profesional, como le gusta al profesor que nos ha impartido el curso que nos definamos. Él dice, y puede que no le falte razón, que cualquier persona que medie entre cualesquiera que disputen puede ser mediador ocasional, pero no profesional, y que jugar a ser mediador no es serlo, sino simularlo. Y que los que tratan entre lo social, lo cultural o lo que fuese, son eso, tratantes, pero no mediadores, como se jactan de serlo€ Es posible que sí, que así sea, pero me da un poco como de vergüenza andarme con ésas, cuando he estado veinte años mediando como Juez de Paz entre mis vecinos como mediador circunstancial, que tampoco profesional€ Y, aun sabiendo (lo sé ahora, claro) que no es lo mismo, que no es ni remotamente igual, me da la sensación, el pudor si quieren, de acusar de intrusismo a los que solo les mueve la buena voluntad. Bueno, a veces también la legítima subsistencia. Pero ya sé que no se puede ejercer la medicina sin ser médico, la abogacía sin ser abogado o la psicología sin ser psicólogo, tan solo que con su más o menos acertada disponibilidad. No obstante, me siento como ser oficial después de haber sido furtivo.

Sin embargo, lo importante no es mi caso, ni mi persona. Lo importante es que nuestro pueblo, Torre Pacheco, es posiblemente el primero de esta región (y me aseguran a la oreja que uno de los primeros de España también) en tener un equipo de mediadores profesionales multidisciplinar, preparados, reglados y reconocidos por el Ministerio de Justicia, y capacitados para actuar en conflictos en y desde sus respectivos sectores profesionales: funcionarial, empresarial, judicial, policial, vecinal€ según y conforme a lo que marca y dispone la Ley de Mediación en España. El cómo se ha conseguido aquí no es el caso (cualquier municipio que disponga de voluntad y arrestos podría hacerlo, y aquí estoy a su disposición). El caso es que su administración local ahora debe responder correspondiendo. Y si este ayuntamiento supiera jugar sus cartas, por aquello del refrán del que el que primero da, ventaja que lleva, hoy tiene los triunfos en la mano para adelantarse como punto de referencia comarcal -soñemos que regional- en materia de mediación. Y permítanme que por prudencia no diga más, y me quede aquí.

La mediación ya ha sido definida por la ONU y la propia UE como «herramienta principal para lograr e impartir una Cultura de Paz». España, como siempre, va atrasada y a remolque en lo avanzado por el resto de países occidentales, sobretodo anglosajones, y sorprendentemente incluso algunos sudamericanos, como Argentina, que nos da sopas con onda. Pero Bruselas ya ha dictado su Fiat en Europa, y nuestro Consejo General del Poder Judicial se ha puesto manos a la obra. Faltan los otros, los de siempre, los que van por detrás de las necesidades de su ciudadanía. Y lo de la Cultura de Paz (reminiscencia globalizada de los Juzgados de Paz, si bien centrada en el principio de evitar el delito actuando sobre el conflicto) no es, en modo alguno, ninguna exageración. Ya existen en los Tribunales Superiores de Justicia, al igual que en los equipos de abogados de oficio, los grupos de mediadores de oficio. Los jueces apoyan decididamente la mediación intrajudicial a falta de que se extienda y se generalice la mediación extrajudicial, como solución al colapso, lo oneroso, y las carencias del sistema para tener que atender lo que no es de su estricta naturaleza. Y eso aparte de las características ajenas al proceso judicial y que hacen único al sistema de mediación: voluntariedad, imparcialidad y confidencialidad. Y dónde, en su discrecionalidad, al no producirse el delito no existe penalización ni castigo.

Un buen amigo mío, excelente profesional del Derecho, y co-alumno del curso, ilustró la mediación insertándola en la propia Historia de la Justicia. Yo, con su permiso y abusando de su bonhomía, también lo acepto y lo adopto. Y dice que, en el principio de la humanidad, los neandertales organizados medían su justicia en relación con la defensa de sus asentamientos, su caza, su tribu, su subsistencia. Garrotazo y tentetieso a quien ose tocarme el oso€ Con el nomadismo, se instituyó el régimen yahvídico (por Yahvé), el díos de su pueblo elegido que castigaba al mismo severamente si no seguían sus normas a través de sus líderes naturales. Después descubrimos el código de Hammurabi, el ojo por ojo y diente por diente. Más tarde nos vino el Derecho Romano, que se encargó de racionalizar las leyes en un corpus elaborado y depurado que nos llega a nuestra misma actualidad€ Y que hoy se establece un paso más adelante: la prevención del propio delito a través de la mediación. La paz del acuerdo en vez del castigo por la falta€ En fin, los Mediadores.

Nuestra sociedad necesita la mediación, pero no lo sabe. Ni siquiera sabe lo que es un mediador, mucho menos profesional. A una parte de la Administración le interesa proseguir con el estatus de la ignorancia: ignorar y hacer que se ignore es lo más cómodo para gobernar. Pero antes o después, la ciudadanía despertará, y preguntará, y se informará, y exigirá responsabilidades€ siempre y con todo pasa lo mismo. Y siempre pasa igual porque aquí es lo normal. La cuestión está en prepararnos o en descuidarnos€ Ahora toca mover ficha al edilario, señor Macario€