«Te deseo que estés triste, para que sepas qué es la alegría. Te deseo que tengas enemigos, para que sepas qué son los amigos». Este fin de semana, Concha Velasco ofrecía una entrevista en televisión en la que, más o menos, citaba a Víctor Hugo. Aunque, en la voz de la chica ye-yé, podemos decir ´recitaba´.

Sin complejos y con la sabiduría de sus 78 años cumplidos sobre los escenarios, ´Conchita´ sabe muy bien qué es eso de las tristezas y los enemigos. Seguramente también habrá citado-recitado alguna vez lo de «no me quieras tanto, quiéreme mejor», un dicho tan recurrente como aplicable en la vida moderna, que lo habrá sido de manera proporcional en otros tiempos.

Es el egoísmo intrínseco al ser humano el que nos hace pronunciarla, la falta de empatía de las personas y, a veces incluso, la crueldad, justificada muchas veces bajo la excusa de que no pensamos antes de actuar.

Ahora que acaba de empezar un nuevo año -y que los más supersticiosos dicen que será mejor porque es un número par- propongo que nos detengamos un momento y pensemos. Y si el acelerado ritmo de la nueva era nos envuelve, simplemente contemos hasta diez antes de pronunciar una palabra más alta que otra, o antes de tomar una decisión. O antes de hacer un juicio de valor, que vienen originados el 99,9% de las veces por el aburrimiento del ´criticón´.

El silencio siempre es curativo, también el de esos diez segundos. Seguro que así evitamos errores que ni sabemos asumir. No necesitamos acumular más tristezas para saber qué es la alegría.