El astuto Ulyses, camino de Ítaca, cree haber dado un gran paso. Aunque apenas mantenga sus dos millones de votos, o sea, un tercio del censo, ha logrado elevar el caso al foro internacional; le ha metido una inyección de caballo al odio de unos contra otros, la materia prima de la obra; ha dividido al bloque constitucional, pues nadie quiere estar del lado de los que dan palos; y, sobre todo, la siembra de victimismo hará cosecha para su causa y las urnas futuras. Su problema, ahora, es que ya no puede parar, ni negociar nada, salvo las formas de la independencia, algo innegociable para el Estado. Al haber renunciado a vivir dentro de la ley, y ser por tanto un fuera de la ley (así lo declaró anoche el Rey), deberá subir aún más la apuesta y construir otra legalidad en la que esté dentro. Quizá el astuto Ulyses catalán haya caído en la hybris, el exceso, y dado un gran paso en falso.