Una de las características del pensamiento totalitario es la incapacidad para ver la realidad y pretender además que los demás comulguen con lo que tú dices. Y si alguien se sale de esa línea pues decimos que hay que matar al mensajero. Un político o un partido serio, si se equivoca, rectifica. Pero el totalitario persiste en el error y encima pretende que los ciudadanos, periodistas y miembros de otros partidos, no hablen de su impericia. Soy muy seguidor de Rosa Roda, una fantástica periodista que, además, no se casa con nadie. El otro día, en su informativo, escuché unas declaraciones de Antonio Luengo, Director General del Mar Menor. Me quedé ojiplático. Dijo, textualmente: «No debemos permitir que se imponga el interés de unos pocos en intentar transmitir una situación trágica que no es real con el único fin de hacerse un hueco en algún medio de comunicación, es irreversible el daño que estas actitudes hacen no sólo al Mar Menor sino a toda la Región de Murcia». Resumiendo, que no es que el Mar Menor esté mal, sino que la culpa es de los que dicen que está dañado. Cojonudo. Yo estudié Biología en Murcia. Siempre me recuerdo rodeado de profesores y científicos que, además de estar preparados, conocen a la perfección el Mar Menor. Hace 25 años que Ruzafa decía que el Mar Menor estaba enfermo. Nuestro Gobierno Regional ignoró cualquier aviso y la laguna costera acabó muy dañada. Como un sistema complejo que es, puede hacer pequeñas mejorías, pero su capacidad de soporte se ha visto tan superada ya que cualquier nueva agresión, cualquier vertido, cualquier fondo removido para un puerto deportivo, por pequeña que sea, vuelve a estropearlo todo. El Gobierno Regional, en lugar de solucionar de verdad el problema, ha optado por el cortoplacismo, el maquillaje: una campaña de anuncios y sendos artículos en dos medios de comunicación que decían que dicho Gobierno había recuperado el Mar Menor ¡en un año! Enseguida apareció un comunicado de nada menos que once investigadores del Comité Científico del Mar Menor que desmentían esas informaciones. ¿Quién causa el daño entonces? ¿El que no lo resuelve y se gasta el dinero en campañas publicitarias o el que denuncia esta mala actuación? De esta forma, matamos al mensajero y así, de paso, al Mar Menor. Abrazote chillao.