Según parece, en este país (o lo que sea), no hay nada mejor que ser un ladrón. Pero no un ladrón de tres al cuarto, sino un ladrón de categoría. Vistas las sentencias que se han dictado y que se están dictando en los últimos casos de corrupción, da la sensación de que nuestro sistema judicial está hecho para arropar a los grandes ladrones. La corrupción y el latrocinio en nuestro sistema 'democrático' han calado de tal modo que ser corrupto en este país es casi una obligación. Aunque uno no quiera, el sistema lo induce a ello, ya que, mientras los corruptos logran grandes puestos de poder en sus empresas o en las instituciones, y grandes fortunas, los que no son corruptos (aunque tengan mucho mejor currículo y mejores cualidades) se quedan por el camino. Para medrar en España hay que corromperse. Y hacer muchos amigos. Solo así, escalaremos en nuestra carrera profesional.

Aunque la sentencia judicial sobre el caso Nóos es uno de los temas más comentados, no voy a hacer siquiera una valoración de la misma. Y no voy a hacer una valoración porque, aunque se ajuste a la ley y toda esa palabrería judicial creada para que los pobres no podamos acceder a una Justicia real, es una sentencia que desde el punto de vista ético y moral (dos palabras en desuso) avergüenza. La sentencia sobre el caso Nóos no viene más que a agrandar y reforzar esa sensación que tenemos una gran mayoría de los ciudadanos españoles sobre la inmunidad de la clase política, empresarial y aristocrática de nuestro país.

Lo mismo sucede con el caso de las 'tarjetas black': una panda de chorizos y escoria humana forrándose bajo la 'protección' de las leyes y de un Gobierno mientras sus bancos se hundían y eran rescatados con el dinero de nuestros hijos; desgraciados inmorales que siguen con sus cuentas intactas, condenados a penas menores que si hubiesen robado un pollo asado para comer. Los delitos contra el Estado en España salen casi gratis. De ahí, la frase de que «si robas, hazlo a lo grande», porque cuanto menor sea la cuantía robada más años de cárcel te caerán. Una parte importante de esos 'políticos' que dicen querer gobernarnos lo que en realidad están queriéndonos decir es que están deseando llegar al poder para lucrase personalmente, para colocar a sus familiares y amigos y para asegurarse un gran retiro y una mejor jubilación.

Ellos, los legisladores y gobernadores de este país, son los que nos dicen a los trabajadores (sin el menor rastro de vergüenza) que tenemos que trabajar hasta los setenta años porque si no el sistema se hunde, mientras ellos se retiran a los cincuenta con una pensión millonaria después de haber hundido a un banco, a una empresa o al país entero. Ellos, los legisladores y gobernadores de este país, nos dicen que Trump es peligroso porque gobierna a favor de sus empresas y su patrimonio, mientras ellos, al dejar el Gobierno, pasan a formar parte (sin tener ni idea del tema) de los comités de las grandes empresas eléctricas, de telefonía, de bancos o de fundaciones inyectadas de dinero público. Entonces, ¿para quiénes legislan? ¿para quiénes gobiernan?