Mujer, diosa de sinuosas curvas, imagen de cuerpo femenino proyectada por siglos para el hombre. Mujer, modelada y creada bajo el imaginario masculino, interpretada como símbolo de la fertilidad. Mujer, cargada de connotaciones sexuales por los medios de comunicación. Mujer, musa de los poderes políticos y financieros del país. Mujer, identidad femenina creada y manipulada por el hombre. Mujer€

El patriarcado (predominio o mayor autoridad del varón en una sociedad o grupo social) pretende encasillar a la mujer en una posición determinada, distribuyendo roles, implantando actitudes, otorgando derechos e imponiendo deberes, esa visión dominante que difunde el patriarcado (y que soportan las mujeres) empobrece las interacciones entre iguales provocando una situación indefectiblemente sempiterna cuya realidad política y social se traduce en discriminación, desvalorización, cosificación, etc., es por ello que se hace necesario pensar desde una perspectiva crítica y feminista.

Si bien es cierto que la ley integral contra la violencia de género ha permitido, entre otras cosas, que se genere conciencia social del problema, también lo es que doce años después ha pasado a considerarse un tema social normalizado y de poca importancia; baste como ejemplo la forma en que los informativos abordan los asesinatos de las mujeres que aparecen identificadas como victimas estáticas de su realidad. Las campañas de sensibilización contra la violencia de género están orientadas a que la víctima denuncie, pero no visibilizan los estereotipos de género que sin duda contribuirían a desarticular o combatir las diferencias socialmente construidas entre los sexos.

Los datos estadísticos, que como una letanía se repiten, no pueden pasar desapercibidos ni dejar indiferente al conjunto de la sociedad y, menos aún, a las instituciones políticas, agentes sociales y económicos pero sobre todo a los poderes públicos: es necesaria una adecuada evaluación de la gravedad de la situación en un contexto social caracterizado por una alta incidencia de violencia doméstica y agresiones sexuales, existe una falta de voluntad política para desarrollar la Ley Integral 1/2004 en toda su extensión. El recorte en medidas educativas, preventivas y sociales favorece y contribuye al aumento de la desigualdad y conculca los derechos de las mujeres incumpliendo, además, las recomendaciones del CEDAW y el Convenio de Estambul.

Todo lo recogido evidencia de forma palmaria que el patriarcado está incardinado al sistema; muchos dirán que estas afirmaciones son exageraciones, propias de las feministas, pero oigan, ¿se han parado a pensar por qué en un Estado democrático y de derecho, donde nuestra Carta Magna en su artículo 14 recoge que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social» se han tenido que promover leyes específicas para la protección de las mujeres? No es un capricho de feministas, es que a las mujeres se nos asesina, se nos acosa sexualmente, se nos viola, se nos agrede, se abusa de nosotras y un largo etc., y todo ello por el simple hecho de ser mujeres.

Urge un compromiso estatal y autonómico que desarrolle la ley en toda su extensión dotándola de presupuesto suficiente para su implementación y cumplimiento. Casi todas las Comunidades autónomas poseen legislación específica de prevención y protección integral de las mujeres contra la violencia de género y, todas, disponen de leyes de Igualdad entre Hombres y Mujeres, planes de actuación y programas específicos.

La Comunidad de Murcia ha modificada recientemente la Ley 7/2007, de 4 de abril, a fin de promover la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, su bienestar e integridad, así como los acuerdos internacionales asumidos por España, para lo cual han sido modificados el artículo 2, ´ámbito de aplicación´; artículo 22, ´acoso por razón de sexo, o acoso sexual en el trabajo´; artículo 40, ´formas y manifestaciones de violencia machista´. (Ley 11/2016, de 15 de junio).

Ahora nos toca velar por su efectivo cumplimiento para lo que debemos recordar que la ley establece que los principios de eficacia y estabilidad presupuestaria serán los ejes de la gestión de las entidades locales, son los poderes públicos los que gestionan los recursos para garantizar el orden social y la salvaguarda de los derechos individuales y colectivos, por lo que, exigiremos la dotación presupuestaria suficiente para el desarrollo e implementación de formulación de políticas públicas en el ámbito de la violencia de género; medidas de sensibilización y prevención; actuaciones y medidas en el ámbito de la educación; en el ámbito de la publicidad y los medios de comunicación; en el ámbito sanitario; en el laboral, en el de la Función Pública, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; en el ámbito de la Justicia€ porque de lo contrario esta ley no servirá de nada.

Mujer€ Sujeto social construido culturalmente, pero como dijo Simone de Beauvoir, «no se nace mujer: llega una a serlo» (El Segundo Sexo).