Para llegar a saber lo que nunca podremos saber no hay otro remedio que aplicar, a lo que no está dentro de nuestro conocimiento, un responsable coeficiente de seguridad (que según nos dice la Física es del orden de diez elevado a la menos veintiséis, pues no podría existir en el Universo Mundo cantidad más pequeña), y así reconocer que, en nuestra condición de ´homo limitatus´, desde nuestra posición en el espacio-tiempo de cuatro dimensiones, no es posible predecir qué es lo que pasó antes y lo que pasará después. Estamos en una celda de conocimiento tan sumamente pequeña y limitada que pretender adivinar lo que hubo, hay y habrá, fuera de nuestro conocimiento es como desafiar a Dios, de quien, por cierto, negar su existencia resultaría tan atrevido como asegurarla.