Mis pantalones parecían los de un paramilitar antes de entrar en acción, hasta el cargador del móvil dentro, pero tiene su explicación. Como dice uno de los protagonistas de Italian Job, «confío en todo el mundo, pero desconfío del demonio que llevan dentro». En la madrugada del viernes 21 de agosto, en la habitación 605 del hospital Virgen de La Arrixaca, alguien que nunca va a dar la cara robó el bolso de una mujer que había aprovechado la franja que va desde las cinco a las seis de la mañana para tumbarse en la cama junto a su marido. Hasta el más risueño podría terminar pensando en la teoría de la ´mala suerte, me ha tocado a mí´. Pero resulta que solo seis días después, también de madrugada, concretamente la del miércoles al jueves 27 de agosto, en la tercera planta, el fenómeno o fenómenos que andan sueltos por la ciudad hospitalaria se permitieron el lujo de elegir entre dos terminales para decantarse finalmente por el Iphone y dejar el otro, más económico, como detalle para que, en el fondo, quede constancia de que son buenas personas. Doy por hecho que la sanidad murciana es muy buena, les doy mi palabra, pero no servirá de nada si no hay un giro radical en lo que se refiere a la seguridad en un referente regional.

Y suerte si ve usted a alguien de seguridad.