Esto de criar gusanos de seda es más duro que tener perro. No hay que sacarlos a pasear, pero tengo que ir a coger hojas de morera dos veces al día. Ayer, de pronto, me acordé; bajé al sótano a buscar la caja de zapatos que guardé el año pasado y€ ya había allí decenas de gusanos hambrientos.

Encima, a mi hija y a mi legítima les dan asco „¡otro año más!„ y no me permiten sacarlos de debajo de la mesa del ordenador. Pero no podrán conmigo, porque no pienso renunciar a una de las (muchas) costumbres que mantengo desde la niñez.