La noticia tuvo un impacto inmediato. En cuanto se supo, un escalofrío recorrió los estómagos: Camps se defenderá a sí mismo. Riánse lo que quieran, pero ya no cabe duda. Es el caloret. Si hay alguien al que no se aprecia en las mejores condiciones para defenderse, ese es el mismo que viste y calza. Y no estamos hablando siquiera del plano institucional, que hace mucho tiempo que fue mancillado por quien ocupando el primer puesto del escalafón promovió un desaguisado difícil de digerir. Eso sí, tiempo para prepararse la defensa tiene. Por la faena que le ha dado el escaño que aún ocupa en las Cortes valencianass no será y menos ahora que se aproxima la renovación de la cámara. Lo que ésta ganará con su ausencia, va a pagarlo el Colegio de Abogados que le ha concedido la habilitación. A ver si éste corre más suerte cuando lo represente.

Ni que dercir tiene que la causa que lo ha hecho removerse de sus cenizas ha sido la que se instruye por malversación de caudales públicos y prevaricación administrativa en la organización del Gran Premio de Fórmula 1. El prócer no cede su sitio en el bólido ni en el momento en que éste entre por la puerta del tribunal. Que todo el mundo tenga claro que el circo ese por el circuito valenciano es suyo y, Ecclestone, hermano de sangre. En esta ocasión, a su abogado en el caso de los otros trajes, Javier Boix, no lo quiere ni como piloto de pruebas. Se le ve empeñado en controlar todo el proceso: desde la venta hasta la liquidación por derribo pasando por la tira de escapes. En fin, si quien llegó a manejar el volante de la escudería autonómica se hubiera mostrado tan celoso a la hora de personarse en todos los procesos habidos en su etapa, no habría que intentar malvender los restos del naufragio. Pero, bueno, eso está asumido. Ahora lo que nos preocupa es qué será del tesejota.