Aunque me esté feo el decirlo „y mucho más con los vendavales identitarios que ahora corren„ººº, lo cierto y verdad es que los paisanos de aquí tenemos mucho de catalano-arragoneses, al menos en esto del hablar, porque cientos de sus vocablos los hemos hecho nuestros desde tiempo inmemorial. Y, sin ir más lejos, eso es lo que hicimos con boria, voz que nos sirvió para designar a esa nube baja que dificulta la visión y llena el ambiente de humedad, a la que el resto de los castellanoparlantes llamaron desde siempre niebla. Aunque nosotros no desterramos del todo el vocablo de los nuestros, convinimos en darle un cierto toque ´autonómico´ al convertirlo en ñebla, término acústicamente extraño donde los haya. Y, además, lo preferimos para dejar constancia de que la ñebla hace que algunos frutos „higos, cereales, etc.„ se resequen y se queden rígidos, como congelados, sin madurarse, y de ellos no dijimos que se emboriaban, sino que se añeblaban o que estaban ya eñeblaos. Así que sobre gustos y elecciones, en esto de la parla popular, parece que no hay nada dicho, ni mucho menos escrito.