Carmen Lomana, que anduvo en primera fila de la mani convocada por Podemos, ha marcado tendencia en las últimas horas tras formular la siguiente declaración: «A mí Monedero me parece estupendo y tiene su puntazo. Me gustan los tíos rollo intelectual, boheme chic». Y si además se llama como su propio apellido indica...

Mientras al entrañable dirigente de la formación de moda le ha salido un agujero en el bolsillo y está intentando liquidar lo que ha defraudado, no a Carmen sino a Hacienda, Raúl del Pozo ha sentenciado que «lo que no pudo conseguir el pecé en 40 años lo ha logrado Podemos en 50 días». Aunque el columnista en cuestión pertenezca al pleistoceno, puesto que lleva dando guerra en los papeles desde antes que Franco se creyera que dejaba algo atado, no creo que el haberse chupado la transición y demás movidas descalifique su análisis. Políticamente hablando, hoy todos somos víctimas del pasmo a pesar de los pesares. Y si oyes al favorito de Pablo Iglesias para coger las riendas de la cosa en la Comunidad Valenciana, ya es que te caes muerto: «Podemos no tiene catecismo ideológico ni espíritu bolchevique ni vocación de ser vanguardia de nada». No es extraño, pues, que a los últimos actos convocados por el tal Antonio Montiel, incluído el de la presentación de la candidatura oficial, hayan asistido cuatro gatos. Si ni tiene sustento ideológico, si prefiere no ser de izquierdas ni de derechas, si tampoco pretende convertirse en vanguardia de nada... para qué moverte. Sí, porque efectivamente esta apisonadora cuenta con dos almas: la catódica, que es la que carbura a base de clavar los cuatro mandones reconocibles dardos a la casta, y la de andar por casa, que hasta hoy poco ofrece. Así que, de cara al Parlamento futuro, no sería de extrañar que viéramos a Lomana presidenta.