Hace veintitrés años que se culminó con una jornada de mucha tensión en la Asamblea Regional, el 3 de febrero de 1992, lo que habían sido meses de movilización de la ciudad de Cartagena por el empleo y por un futuro esperanzador.

Caía todo nuestro entramado industrial, se ponía en evidencia que nuestro modelo de ciudad hacía agua por todos lados y liderados por el movimiento sindical el pueblo de Cartagena dijo «basta».

En veintitrés años esta ciudad se ha transformado y otro modelo está en marcha. La puesta en valor de nuestro patrimonio, la mirada al mar, no como puerto estratégico militar sino como puerto estratégico comercial, el turismo cultural ha tomado el relevo al de sol y playa, la industria con referencia en las extracciones mineras ha dado paso a una industria energética y a una zona logística de mucho calado.

El origen de esta transformación está en las luchas y movilizaciones de los trabajadores/as y de la ciudadanía en los años 80, cuyo hito final fue el 3F de 1992.

Muchos recordamos como el entonces alcalde, José Antonio Alonso (PSOE), también diputado, se trajo un Plan de Reactivación para la Comarca con el beneplácito del Gobierno central, donde se diseñaban ya estos cambios. Su baza para conseguirlo era una ciudad movilizada.

Que no nadie se arrogue para sí la autoría de estos cambios, pues fue el pueblo de Cartagena el que los demandó y los peleó y quien no estuvo a la altura de las circunstancias cayó. En 1995, José Antonio Alonso fue sustituido por Pilar Barreiro (PP).

A ésta le puede pasar lo mismo, creerse la madre de la criatura, y como los ciudadanos tenemos memoria terminará por irse, pues se le ha olvidado cuál es su trabajo como máxima representante de los cartageneros. Fuimos noticia por la defensa de un modelo de ciudad y ahora lo somos por la ineficacia, por no decir otra cosa, de nuestros gestores.

Este modelo de ciudad tiene que ser revisado y reforzado, no se puede quedar a medias, se tiene que seguir con la recuperación de nuestro patrimonio, su puesta en valor, con la consolidación de nuestra industria naval y energética, con una estructura de industria auxiliar propia que no hemos sabido hacer y, desde luego, con el empleo de calidad, con derechos y bien retribuido.

Estamos orgullosos de la transformación de la ciudad, es nuestro proyecto colectivo, pero nuestras pancartas decían «Cartagena por el empleo».