No hace mucho que escribí uno de estos ´Buenos días´ y lo titulé ´Sacar pasta´. Mi objetivo era realizar un homenaje a un viejo amigo que siempre utilizaba la misma táctica cuando llegaba la hora de abonar la cuenta en los bares: «Eh, eh, paga tú lo mío, que tengo que sacar pasta». Tiempo después del artículo, lo de ir al cajero es uno de los rituales más repetidos en mi día a día, pues soy de esas personas que no pueden llevar demasiado dinero en metálico encima porque el elevado riesgo de que se esfume a la velocidad de un rayo. Parece que tengo un agujero en el bolsillo, vaya. Así que el dinero, mejor en el banco, aunque eso suponga tener que ir varias veces a la semana a meter la tarjetica y ver cómo mi cuenta corriente disminuye más todavía. Yo creía, iluso de mí, que lo de sacar pasta era el pan de cada día para el resto de mortales. Pero ahora, visto que se puede vivir y mantener una familia sin tocar un cajero en dos años, me doy cuenta de que quizás es que soy un manirroto. Así que entre mis propósitos de Año Nuevo figura pasar el mayor tiempo posible sin sacar pasta. A ver qué tal sabe el aire.