Lo más relevante del discurso del rey es la conciencia que denota: que tiene que ganarse el trono, casi como si empezara desde cero. No me refiero a la iconografía „esos dos asientos vacíos del sofá, ocupando él una silla al lado„ sino al empeño en coger el toro por los cuernos, nombrando los tres grandes problemas y abordándolos sin merodeos y de manera cruda. Por el mero hecho de hacerlo desde luego no tendrán solución, pero si no se hace es imposible que la tengan. Ya se comenta la semiótica del alejamiento de la foto de sus padres, al otro lado del sofá vacío, dando a entender que el suyo es otro tiempo, y que lo afronta en soledad (así es su oficio), pero en esa misma actitud habría una continuidad: es lo que hizo el rey Juan Carlos, al inicio de la Transición, cuando se ganó el trono convirtiendo un momento mucho más dramático en una oportunidad. Queda por ver si sabrá hacerlo.