Una amiga me contaba hace unos días la sensación tercermundista que sufrió como murciana cuando se despidió de varios compañeros en la estación de Atocha, después de haber compartido dos días de reuniones en Madrid. Ellos regresaban a diversos lugares de España, desde Andalucía a Cataluña, y todos viajaron en el AVE. Otros directivos de la empresa, con sede en varias provincias españolas, volvieron en avión tras haber elegido la hora de regreso en la amplia oferta. Ella, ni lo uno ni lo otro. Nuestra paisana cogió un Altaria, y mientras que tardó 4 horas y 20 minutos en recorrer los eternos 459,9 kilómetros que separan la capital de Murcia, su compañero de Figueras ´voló´ sobre los 804 kilómetros de vías que le separaban de casa en apenas tres horas y media. Todos los empleados de esta empresa llegaron a sus respectivas ciudades cuando nuestra protagonista salía de Albacete para emprender la mitad de su viaje. Sé que no hacía falta esta comparativa para que todos estemos de acuerdo en qué lugar del mapa de las comunicaciones se sitúa nuestra Región. Todos hemos padecido los inconvenientes de una planificación ferroviaria en la que Murcia no ha pintado absolutamente nada. A las hemerotecas me remito, no hace falta insistir sobre el tema porque se han escrito cientos de informaciones, artículos y editoriales denunciando la injusticia que se ha cometido con la Región y el perjuicio que ha supuesto para nuestro desarrollo económico, inferior en muchos parámetros al de otras comunidades debido a la carencia de infraestructuras básicas. La culpa de nuestra actual situación y de lo malparados que siempre salimos con respecto a otras provincias ha sido de los políticos de todo signo a lo largo de los años.

Sin embargo, ahora, envuelto en la polémica a causa del soterramiento, el ministerio de Fomento ha aprobado, por fin, la licitación del AVE para que llegue a Murcia el próximo mes de septiembre, es decir, dentro de once meses. Los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año -con toda la cautela que exige este documento que todos los gobiernos incumplen casi por costumbre- contemplan también una partida para su posterior llegada a Cartagena, aunque ésta no se producirá hasta 2016 o 2019, según hable la administración o los empresarios, respectivamente.

No les falta razón a los defensores del soterramiento en Murcia, por infinidad de motivos perfectamente entendibles y defendibles, pero ¿quién nos asegura que, si no nos aferramos a esta oportunidad, no volveremos a perder el tren? Aunque no estemos para bromas, siempre nos puede pasar como a Orihuela, por donde pasa el AVE, pero no para y, como dice socarronamente un compañero, la gente se ha conformado con asomarse al puente y saludar al verlo.