En política es esencial el momento de jugar la carta de riesgo. La suspensión por el Tribunal Constitucional de la consulta ha provocado desconcierto en el independentismo, y creado las condiciones para una fractura en la que se haga sitio una tercera vía, que de forma inevitable pasaría por una reforma pactada de la Constitución. Esa ventana de oportunidad puede cerrarse pronto, si la falta de alternativas intermedias acaba precipitando las llamadas elecciones plebiscitarias. Si, en lugar de jugar ahora la carta de una tercera vía, el nacionalismo español se crece ante el momento de confusión del soberanismo catalán (de lo que ya hay síntomas alarmantes) se empezaría a gestar la tormenta perfecta, porque unas elecciones no las para nadie, y un eventual apoyo electoral masivo al independentismo, rubricado en la calle al darse los resultados, sería casi una proclamación de independencia.