...Cervantes descansa arrinconado en el nicho más humilde de las Trinitarias, en Madrid, amontonados junto a los de su esposa, en un ataúd pequeño y pobre. Fue vestido con los hábitos franciscanos y un tosco crucifijo de madera. El autor del inmortal Don Quijote está perdido y olvidado. Capellanes y marqueses ocupan las tumbas principales y sobresalientes del templo. Como siempre en esta España iletrada y versallesca, el clero y la nobleza, por vulgares y mediocres que puedan ser, están por encima de los genios y mentes preclaras. Ponemos el vasallaje por encima de lo admirable. Así somos de cazurros.