Nadie da nada por nada, y los inventores de la campaña del cubo helado lo saben. A cambio de sólo 10 euros para la investigación sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica ofrecen un buen paquete de regalos: el puntito de masoquismo que necesitamos para sentirnos, el puntito de sadismo para forzar a otros a echarse el agua helada sobre la cabeza, el puntito de famoseo de salir en las redes, el puntito de gregarismo para obtener el confort de rebaño, el puntito de miedo (correlativo del anterior) a quedarse fuera de la pomada, el puntito de buen humor que tonifica socialmente. Todo en muy pequeñas dosis, sin pasarse en la dieta de puntitos. Personalmente prefiero el masoquismo, sadismo, famoseo y humor del músico Bejarano, que dispuso este epitafio-puntazo en su lápida: «Montoro, cabrón, ahora ven y cobras». Un trago fuerte y seco, una carcajada desde el más allá, librándose encima de pagar.