Perdone que le moleste, pero es la hora del espectáculo. Me encuentro sentado con mis colegas en una terraza particular con vistas a una piscina comunitaria, contemplando mujeres de verdad, las mujeres que pasan de los cuarenta. Las tías de bandera, las que entran en báscula.

Ahora mismo estoy saboreando un vermut de esos caseros, peligrosos, de la finca Lo Poyo, para más señas, en casa de mi amigo El Músico. El Luis Amstrong de mi ínclito no sabe tocar ningún instrumento, pero de joven se liaba unos dos papeles que parecían las trompetas de las puertas del paraiso y se ha quedado con el apodo.

Completando para mus se encuentra el Andresín, amotado El Niño de los Submarinos, y por último Antxon, el cuñao, que, por cierto, es de la secreta. Madero de los estupas para más santos y señas. Tiene cara de mala hostia, pero es un buen tío y además prepara unos aperitivos de escándalo.

Estamos los cuatro de Guilford sentados con vistas a la piscina, saboreando los cuerpos de nuestras respectivas señoras que, por cierto, están remojándose y aireando sus encantos como guapas mujeres de cuarenta. Las mejores hembras que se puede uno echar al careto.

Esto, señores, no no se puede soportar. Las mujeres de cuarenta y tantos están de buenas que se salen. Son estupendas, vamos, para mojar pan y no dejar ná. La verdad es que, visto lo visto, y sabiendo que en verano se pone buena hasta mi abuela, yo no me puedo resistir. Esto sí que son hembras y no las de Félix Rodríguez de la Fuente.

La cosa se está poniendo cada vez mejor. A las ´ojomeneadas´ se les mueve el pandero que da gusto verlos. Han sido años de lento aprendizaje. Un ejemplo, el culo de Inma es de medalla de honor. Háganme caso, se lo dice un experto. ¡Qué cuarenta y cuatro años más bién llevados, la madre que la parió!

Ante la tesitura de contemplar la belleza del cuerpo de evas de verdad, habría que llamar al Ayuntamiento y que nos pasen con Infraestructuras. Que vengan a la voz de ya a colocar una grada para visualizarlas en condiciones y sin darnos codazos. A ellas, sabrosas damas, les gusta que les miremos las mameyas, pero se molestan si les preguntamos si tienen frío o se han alegrado de vernos, porque con el agua helada se les ponen los garbanzos para partir cristales.

A la Mari le gusta pasear sus piernas por el piscinerío, porque son de escándalo. Las mujeres, pasados los primeros cuarenta años, es cuando empiezan a funcionar de verdad. Puri, que pide la palabra, me dice que a ella lo que más le gusta de su cuerpo es todo. Sí, señor, toico, toico.

No tiene abuela, la jodía. Dice que los cuarenta son la madurez de la juventud. Joé, cuantas cosas se aprenden en 'Los Gurrutias', playa de Sénecas.

No me dirán ustedes que la parafernalia de quitarse el pareo, echarse la crema, reajustarse el mini-bikini, subirse el tanga hasta la azotea, etc... no es moco de pavo. Los machotes nos quedamos babeando contemplando tan magno evento. Par y pasa.

Al arquitecto ibérico que se le ocurrió diseñar una piscina en 'tolcomedio' de las urbanizaciones habría que pasarlo por las armas. Esto es el camino a la perdición. Las damas, sabiendo que están buenorras, utilizan la piscina de la urba para exhibirse. Desde lejos están todas para comérselas, aunque en las distancias cortas hay payas que no se las come ni el ácido. Esas, ni cuarenta ni ná. Esas a la nevera, como el drácula de Luis Suarez.

Aunque no me negarán que, después de una comida copiosa, el café y los respectivos chupitos, seguido de los gintóneses de moda, que te quedas para que te den la extremaunción, está el clásico hijo de la gran vecina que no duerme la siesta porque su madre lo ha echado de casa. La lumi tiene un cliente. Esos trapos rojos en esas puertas son lo más de lo más.

Aunque luego viene Javi Barnés y dice que las hembras en la piscina son necesarias. Las buenas y las malas. Todas. Se trata de tener una fiel referencia o listón. Se dibuja una raya de tiza en el suelo y la que sea capaz de saltarla entra en báscula.

Pero, dejando las señoras, ¿Y las moscas? ¿Quién conoce un verano sin moscas? Las susodichas no son las mejores compañeras de un voyeur.

¿Y el Mundial? ¿Qué me dicen ustedes del evento brasileño? Se nos ha ido La Roja, como cuando se te va la regla y ves que ancha es Castilla. Pero nos queda la coja, que nadie la quiere. Barata, pero cumplidora. Todo un seguro de profesionalidad.

Ahora, dice Andrés, el experto, que estamos abonados a las repúblicas bananeras. Nadie quiere que gane Brasil, aunque sea sólo por joder. Todos juegan, pero siempre ganan los mismos, Brasil o Alemania.

Así que tómense rápido el Primperan que me voy a la piscina en cero coma. Voy a quitarme la camiseta y no quiero vómitos innecesarios. Yo, qué quieren que les diga, ni cuarentonas ni brasileñas, me quedo con mi señora que he pagado por adelantado.