En las elecciones de la séptima a la octava legislatura europea los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, se han dejado en el camino „en números redondos„ la friolera de 5.150.000 votos... ¡y esta pérdida millonaria cuando ha votado prácticamente el mismo porcentaje del censo! ¿Cómo se explica esto? La historia electoral europea nos ha ido dejando algunas enseñanzas. En este tipo de elecciones se vota tradicionalmente poco, con tendencia a votar menos. El electorado ha ido interiorizando la idea de que estas son las elecciones menos trascendentes, con lo que se moviliza poco y, si lo hace, si va a votar, aprovecha para dar un toque de atención. Toque que no es algo menor después de una legislatura de crisis, de recortes, ajustes y bandazos de timón. Pero 5.150.000 votos son muchos votos, incluso en unos tiempos como los actuales, en los que de la noche a la mañana se interviene un país, se pone un presidente o se liquida todo un sistema financiero como el de las cajas de ahorro.

Cabe preguntarse si España estará entrando en un proceso de helenización (los técnicos como Sartori le llaman a esto polarización) como el que se vive desde hace unos años en Grecia. El proceso, básicamente, consiste en que el peso de la política (y del Gobierno) se desplaza del centro a los extremos, con los consiguientes riesgos de inestabilidad. En Grecia, y como consecuencia de la crisis, el partido socialista panhelénico, el histórico PASOK de los Papandreu, de tener mayoría absoluta ha pasado a ser una formación con sólo el 12% de los votos. Nueva Democracia, el otro gran partido griego, el de los Karamanlis, está gobernando actualmente con apenas el 30% de los votos. Y frente a estas dos grandes formaciones históricas de la política griega han emergido dos nuevos grupos: Syriza (ganador este domingo), que en sus orígenes se inspiró en la IU española, y Amanecer Dorado (tercer partido) de inequívoca vocación xenófoba. Claro que los postulados de Amanecer Dorado no están muy alejado de los del Frente Nacional de los Le Pen en Francia, aunque las formas de estos últimos parecen más cuidadas. Pero Francia no pasa, al día de hoy, por ser un país helenizado aunque las elecciones de este domingo las ganara el Frente Nacional.

Y es este un fenómeno que se repite en otros países, aparentemente equilibrados, como el Reino Unido, Dinamarca, Holanda o Austria. Ese fenómeno, sin embargo, no se da en España; aquí no hay partidos xenófobos o similares. La fuga de votos de las grandes formaciones se ha repartido entre pequeños partidos de nuevas sensibilidades (por ejemplo, el Partido Animalista en la Región de Murcia, que pasa de 680 a 5.294 votos), partidos que recogen parte del descontento hacia los grandes (IU y UPyD) y nuevos como Ciudadanos y especialmente Podemos. Si el de Ciudadanos (490.000 votos) es un voto de resistencia frente al nacionalismo catalán nacido en Barcelona y ahora extendido al resto de España, probablemente el voto de Podemos es el de la no resignación, de la lucha y el pundonor frente a un estado de cosas.

Lo de Podemos (1.220.000 votos) es un caso que terminará en los manuales electorales: de cómo en sólo unos meses se ha creado una opción, bajo unos postulados muy genéricos y que más allá de lo que a veces se hace creer de que ha crecido al amparo mediático de tertulias en la TDT, le debe buena parte de su éxito a las redes sociales. Al fin y al cabo fue con las redes sociales como nació ese movimiento espontáneo de los indignados, del 15M. Y si alguien no sabía dónde habían ido a parar los votos de los indignados viendo los registros de Podemos seguro que nos podemos hacer una idea. El de Podemos ha sido un voto parece que muy urbano (como el de UPyD) y menos presente en los territorios con tensiones nacionalistas (Cataluña y País Vasco) o en las zonas rurales.

¿Y Murcia? ¿es una excepción a este estado de cosas? Todo lo contrario. Lo mismo, pero más nítido y más intenso. Si en Murcia se ha votado siempre más que la media española, ahora la abstención ha crecido casi cuatro puntos y medio y se ha situado por encima del resto del país. En España se ha vivido históricamente una suerte de bipartidismo (PP+PSOE) enriquecido con otros partidos (IU) y con las nacionalistas. En la Región de Murcia ese bipartidismo era más intenso (en las europeas de junio de 2009 PP+PSOE sumaban el 80,9% del voto en España y del 91,3% en la Región de Murcia). Ahora esas tasas han caído en picado. En el conjunto de España la suma del PP+PSOE no llega a la mitad de la totalidad de los sufragios (49,6%), mientras que en la Región de Murcia sigue casi diez puntos por encima (58,1%). Aunque la caída del PP murciano no tiene parangón con ningún otro territorio de España, de hecho en la historia electoral española sólo hay un precedente similar en tamaño cuando UCD de 1979 al 82 perdió el 28% de votos. La diferencia es que el PP murciano partía de una situación única, era el más votado de España (61,5% en 2009) con lo que la caída ahora del 24% le permite no sólo seguir siendo el partido más votado en la Región, sino estar todavía once puntos y medio por encima de la media nacional del PP.

En el caso de los socialistas murcianos, la otra pata del bipartito, las cifras son mucho más modestas: ha perdido ´sólo´ un 9% de votos en relación a las anteriores elecciones europeas. El pero es que se sitúa por debajo de la media de voto socialista en España (2,32%). Y el consuelo es que ha vuelto a ser el partido más votado en cinco municipios de la Región de Murcia (Bullas, Calasparra, Campos del Río, Lorquí y Moratalla). Los grandes beneficiarios del nuevo reparto electoral son los partidos ajenos al desgaste del Gobierno (PP) o al desgaste de la oposición (PSOE). Es el caso de Izquierda Unida, que ha logrado incrementar en más de 27.000 votos su registro, aunque está todavía lejos de sus mejores resultados. IU además ha dejado de tener el monopolio de ser la tercera fuerza política en la Región de Murcia, porque en una quincena de municipios es la cuarta o quinta formación. Ese título de tercera fuerza política lo ostenta UPyD (+26.000 votos) en varios de los grandes núcleos de población de la región (Murcia, Molina...).

El caso de Podemos (más de 32.000 votos) es también el de un voto urbano y con un resultado sobresaliente en Cartagena, donde se ha situado como tercera fuerza política por encima de UPyD y de IU. Curiosamente Cartagena ha tenido un comportamiento electoral exactamente igual al de la Comunidad de Madrid. En el resto de España se esperaba con interés si el PP iba a sufrir más desgaste (castigo) en las comunidades donde manda actualmente y no parece que sea así. Por ejemplo, en Madrid, 29,8%; en Valencia, 29%, y el Castilla-La Mancha, 37,7%, en todos los casos por encima de su media de voto nacional.

Otra de las lupas de la jornada estaba en Cataluña, donde aumentó considerablemente la participación (más de diez puntos y medio), aunque ese aumento viene de una participación bajísima en 2009. Los primeros datos apuntan a una movilización muy intensa del electorado nacionalista. El resultado es que por primera vez desde la II República, ERC ha sido el partido más votado. Y la suma de sus votos y los de CiU alcanza el 45%. Mientras que los constitucionalistas (PSC, PP, UPyD y Ciudadanos) suman el 31%. El 16% restante corresponde a Podemos y a ICV-EUiA. La desmovilización del electorado no nacionalista es también clara, especialmente en el cinturón de Barcelona. Es el caso de L'Hospitalet (la segunda ciudad catalana con 255.000 habitantes) donde el PSC-PSOE ha caído del 52% al 26% mientras que ERC ha pasado del 4% al 12%.