Adif parece haberse contagiado de aquellos anuncios de la dirección general de Tráfico de hace muchos años en los que aparecía un niño que decía: «Papá, no corras». La empresa pública que diseña y construye las infraestructuras ferroviarias se ha empeñado en que los trenes que circulan o tengan por destino la Región reduzcan su velocidad, ya sea por la cercanía del embalse de Camarillas, ya sea por el recorrido sinuoso o el excalectric que hará a su paso por Orihuela, donde va semisoterrado para, en un alarde de desafío de la pendiente, elevarse inmediatamente por encima de los tubos del Trasvase, ya sea por el sistema de conversión del ancho de vía español al europeo. Da lo mismo, los trenes que discurran por la Región, sean de AVE o de vía convencional, tienen que ir más lentos. Debe ser por aquello de las desigualdades entre el Norte y el Sur, porque Albacete y Alicante ejercen de frontera ferroviaria de tal forma que los 300 kilómetros de velocidad están vedados en nuestra Región. Es como si cambiáramos de estado y los límites de la velocidad se redujeran drásticamente. Es posible que solo nos merezcamos esto.