FITUR es ya una rutina tan banal como imprescindible. Un gran escaparate colorista y divertido, quizás un tanto falsario, pero de enorme utilidad para tomar el pulso a un sector que en España supone más del 12% del ProductoInterior Bruto y que mueve cerca de sesenta millones de turistas al año. En los últimos años los profesionales alertan acerca de que la Feria internacional de Turismo que se celebra estos días en Madrid se va convirtiendo progresivamente más en un escenario de cara a la galería que en una oportunidad de cerrar tratos. Puede ser, pero sin duda es también una ocasión única para conocer de un solo vistazo la realidad de una actividad socioeconómica tan importante.

Estoy seguro de que en la edición de este año de FITUR lo tecnológico va a marcar la pauta. Se presentarán no lo duden infinidad de productos smarts de apoyo al turismo: aplicaciones de móviles, herramientas on line, todo tipo de agencias de viaje virtuales, propuestas digitales e innovaciones de toda clase y especie... Me parecerá bien. La innovación es clave en todos los sectores de actividad, y la promoción y la comercialización turística son, por su propio carácter, perfectos campos de pruebas para todo tipo de ensayos que tengan en el mundo digital su objetivo. El mundo 2.0 es ya también por derecho propio la gran herramienta de difusión y fidelización de los productos turísticos.

En materia turística, sin alharacas y sin desdeñar los territorios competidores mucho más asentados, en la Región de Murcia hemos de saber con claridad que tenemos mucho que enseñar y que ofertar. Nuestro territorio turístico es mucho más que el producto de sol y playa. Aunque un poco a contramano de los mercados tradicionales y de las redes tradicionales de comercialización, cada ciudad, cada pueblo, cada comarca murciana alberga valores turísticos dignos de ser promocionados, incluso con propuestas que proponen poner en valor paquetes culturales completos como un producto turístico directamente comercializable. También el turismo interior y ecológico es una interesante alternativa para zonas que combinan necesidades de desarrollo sostenible con un medio ambiente aún relativamente conservado.

Nuestra región tiene un margen amplio de crecimiento para un sector que es de presente y de futuro y que, en términos generales, incorpora importantes beneficios para la situación socioeconómica de los territorios que lo mantiene. Nuestros paisajes, nuestro clima y nuestra posición mediterránea aún no del todo colmatada veremos por cuanto tiempo ofrecen unas ventajas evidentes que debemos saber aprovechar.

Pero hay que tener mucho cuidado. La calidad, pero también la sostenibilidad en la acción turística, son premisas fundamentales si no queremos precisamente matar la gallina de los huevos de oro que implica nuestros paisajes, nuestra costa aún disfrutable en numerosos lugares, y nuestras bellezas tan ocultas como accesibles.

Construir excesivamente en extenso en el territorio turístico hace que el territorio deje de tener los atractivos que precisamente lo conforman.

Construir de forma localizada, y preferiblemente 'compactando' o haciendo algo más amplios los núcleos urbanos tradicionales, permite por el contrario mantener el territorio y los paisajes como los recursos que son los que justifican, al cabo, el reclamo turístico. Apostar por la estrategia hotelera más que por el llamado turismo residencial sería también una inteligente forma de extender los beneficios sociales y territoriales de cada euro gastado por quien tenga la feliz idea de venir a visitarnos.