Por decir lo mismo que acaba de reconocer Susana Díaz, la nueva presidenta andaluza, recibí entonces amenazas de socialistas, con nombre y apellidos, que me avisaban con detalle de lo que me iban a hacer en cuanto se cruzaran conmigo por la calle. Hasta Arfonzo, aun renegando de ello, terminó por votar favorablemente aquel Estatuto catalán que ha llevado a la quiebra de España. Y a la propia de un partido convertido en huésped lelo del parásito PSC. Decían que España no se rompía. Profetas. Si hasta dejaron instalada una fábrica de terremotos frente al Ebro por si fallaba el ´Estatut´. Todos fueron entonces Zapatero. La mayoría lo siguen siendo. Y por eso España se deshilacha entre un Gobierno de mudos y una oposición culpable y yerta. Celebremos, pues, que una socialista de menos de cuarenta años haya iniciado el despegue de la envenenada herencia Z. Quizás así podamos volver a contar dentro de unos años con un partido socialdemócrata decente y español. Si queda España.