Son las tres y las cuestiones que dominan la actualidad están en camino. El primero en dar a luz -con fórceps, eso sí- es Mariano. Cómo no tendrá el patio que ha dicho estar dispuesto a currar en agosto. ¡Madre mía! Ahora bien, da la impresión de que tiene calculado dedicar más de tres cuartos de la comparecencia a brotes verdes -la imaginación al poder, miren por donde- y menos de la mitad del cuarto a lo que nos tiene con los ojos fuera de las órbitas. Si fuera capaz de pasar la prueba sin mencionar a la bicha, algún tipo de reconocimiento habría que hacerle. Mínimo, nombrarlo patrono perpetuo de Pasapalabra.

Kate también se entregó lo suyo a dilatar. Tras la de horas a la puerta del hospital, la canallesca ha ansiado el desenlace casi

tanto como los padres. Sobre todo el porrón proveniente de medios norteamericanos. Se ve que como los asuntos caseros por los que se sobresaltan allí son de otra firma, estos en los que el mayor impacto es conocer cuál es el sexo, pero del recién nacido, relaja a la audiencia.

En los últimos días han podido verse imágenes de una cincuentena de mujeres brasileñas a las que les entregaban sus recién nacidos muertos porque esas son las condiciones a las

que se enfrentan en el país en el que aterrizó el papa. Los creyentes comprometidos tienen fe en que Francisco pase del lenguaje de los signos al de los hechos y apueste por una Iglesia en otra dirección. Río se las trae. La peli ya está hecha. En Tropa de élite, todo el compadreo corrupto se encuentra pendiente de la llegada del pontífice, quejándose de que quisiera alojarse junto a las favelas. Después de que un rabino amigo le dijera que un papa no ha de temer a la muerte, el obispo de Roma piensa a ir a pecho descubierto.

Como el Barça, donde todo apunta al Tata. Aunque ignoro la gracia que le hará al astro brasilero recién contratado, según los especialistas, para Martino "el pase es una religión". ¡Virgen santa! Otra.