ue nadie se asuste. Ya no hay fantasmas que recorran Europa, ya no hay camaradas, ni hay Europa tampoco. Ya todo es mercado (nosotros le llamábamos capitalismo), y Europa es una sucursal de ese mercado corporativo, incluido el financiero, de élites privilegiadas. «¿Libertad para qué?» es una frase de Lenin. Pero que nadie se asuste, repito, porque a nadie le van a quitar ´su´ libertad. Sólo se trata de pensar, de reflexionar si esa libertad es para morirse de hambre o para que los extranjeros (maldita palabra), cuando enfermen gravemente se mueran sin ayuda sanitaria. Se trata de saber si la libertad es para que cientos de miles de niños de nuestro hermoso país estén por debajo del umbral de la pobreza, y si sus familias son ya exclusión social o si sólo pueden estudiar en las universidades los hijos de quienes tengan dinero. ¿Es la libertad de este sistema la que ha empobrecido a seis millones de personas y la que ha dejado a las dependientes sin ayudas sociales? ¿es la que administra que la Justicia no sea gratuita ni para todos igual? ¿Es, esta libertad, tan sólo para los privilegiados, o para que los pobres sepan que los insectos se comen? ¿Es la libertad, ésta, la que expulsa de nuestro país a los investigadores jóvenes, la que penalizará a las mujeres que aborten, o la que coge el dinero de los sueldos de los funcionarios para dárselo a las cajas que incumplieron sus leyes de nacimiento, haciéndose bancos y engañando a los ahorradores populares?

Porque si esa es la libertad, yo no la quiero, ya que encierra mentiras y genera miseria y desigualdad, porque no atiende a la justicia ni a los derechos humanos. Y entonces recuerdo aquel verso de Celso Emilio Ferreiro, que tenía otras connotaciones de nuestra pasada dictadura, «libertade, palabra triste». Pero si este sistema nuestro de libertades es una nueva ´dictadura del miedo´, como dice Galeano, yo la padezco. Porque hablo con un amigo en paro, y veo la tristeza en sus ojos; porque escucho al dueño de la tienda, que cerrará en unos días el que fue el pequeño negocio desde su bisabuelo, o cuando alguien llora porque lo deshaucian, o porque uno de mis mejores alumnos me dice que no puede seguir estudiando, aunque le gustaría. Dios mío, y luego pongo la tele, y oigo a Torquemada Wert (el de españolizar Cataluña) contarnos el cuento de las becas... Y me dan ganas de ir a buscarlo. Pero busco sosiego, y me siento a respirar el aire puro de la sierra que me viene esta tarde suave y fresco. Y me pregunto: ¿libertad para qué? ¿para quién?

Y es que pasa que uno ha vivido, y lee. Y sabe que, hace ya muchos años, con la diabólica máxima marca ´made in USA´, se ideó una estrategia: ´el interés nacional´. Y se apresuraron a bombardear países. Lo hicieron con napalm en Vietnam, en una tierra lejana, por el ´interés nacional´, cometiendo crímenes bestiales. Pero, todos de acuerdo, los halcones y las palomas (las élites privilegiadas: los duros y menos duros del sistema), aprobaron aquel genocidio porque era una guerra contra aquel comunismo del puñado de arroz que entonces era el terrorismo internacional. Después pasaron, con ayudas de sus aliados, a Líbano, por ´el interés nacional´, y así, guerra tras guerra, hasta Afganistán o Irak, el nuevo terrorismo internacional. Y ahora miran, y no con buenos ojos, a Latinoamérica (Cuba ya estaba) que, como diría Luis Cernuda refiriéndose al fascismo franquista, quiere ser «libre de la mentira de ellos». Venezuela, Ecuador, Bolivia... Estados disconformes con la doctrina aplicada a los aliados, a los Estados sumisos, obedientes a la doctrina de la libertad. Una libertad que depende tan sólo del negocio (petróleo, gas o vigilancia al enemigo). Así, los contrayentes del acuerdo de la libertad de los pueblos se convierten en ´comisarios políticos´, al decir de Chomsky. Y le llaman mercado al salvador de tanta miseria humana, de tanta desgracia social, de tanta infamia.

¿Libertad para qué? Pero no se asusten, porque ahora son nuevos los subsistemas del sistema y la libertad está asegurada. El Gran Hermano, también made in USA, espía al mundo entero. Se trata de un espionaje, masivo y permanente, que oye nuestras conversaciones, abre nuestros correos, entra y observa en las redes sociales... Y, si algún país rechaza el credo fundamentalista del ´interés nacional´, se cambia al presidente por un tecnócrata amigo. Y si fuese un país ´enemigo´, una luz roja se encenderá para que miles de aviones teledirigidos acaben con quien no acata la voluntad de la doctrina, los traidores que no entienden que ésta no es una ´dictadura del miedo´, como dice Galeano, sino la ´revolución del capitalismo´, la salvación de la humanidad. Porque el mercado y sus filiales domésticas, FMI, Europa y sus Gobiernos, ya sin el lastre de la soberanía popular, han aprendido, como Rajoy, que está en el buen camino de las contrarreformas, que las guerras ahora no son como antes, sino con espionaje y promesas, muchas promesas, aunque, como entonces, también ahora, por ´el interés nacional´.