La expresión 'sujeto' mueve a equívocos. Se supone que un sujeto es alguien que decide algo, pero a la vez el que está sujeto está sometido. O sea, un sujeto sujeto se anularía como sujeto. Hay también una acepción peyorativa, como al decir de alguien 'ese sujeto', y aún peor si se dice 'esa sujeta' (un caso más de sexismo discriminador). En la última acepción un sujeto es alguien de quien no queremos ni pronunciar el nombre, para degradarlo de persona a cosa innominada. Cuando alguien dice que es 'sujeto soberano' está diciendo que es dueño de sí mismo, que puede hacer de sí lo que quiera. Esto, hoy por hoy, es una petulancia. Lo único que en los tiempos que corren se parece a 'sujeto soberano' son los mercados. El resto estamos sujetos a ese sujeto, y no dejamos de ser para ellos 'un sujeto'. O sea que la declaración prevista por la Generalitat para mañana es un brindis al sol.