Buenos días, señoras y señores que se han levantado en esta mañana de martes sabiendo que las fiestas se han acabado, que los nenes han vuelto al cole, que a pesar de la crisis tienen tres kilos más de grasa sobre sus cuerpos, que hay que comenzar a poner en práctica los propósitos que se hicieron para el nuevo año, es decir, que hay que buscarse un gimnasio, o un profesor de alemán. Les escribo para recordarles todo esto y para comunicarles que, pasado el paréntesis de la Navidad, todo vuelve a ser igual que hace dos semanas, con una única diferencia: aunque ya sé que todos hemos tenido mucho cuidado con los gastos, está claro que nuestras economías están bastante peor de lo que estaban, así que ojo al parche porque la cuesta de enero va a ser de las que marcan época.

Se supone que hoy comienzan las rebajas y que todo eso que ustedes y yo habíamos dejado para comprar ahora más barato está ahí a nuestra disposición. Personalmente, necesito un chaquetón que abrigue porque el que tengo está raído por todas partes y me da vergüenza llevarlo. Y no es que no tuviera dinero para comprármelo a principio de temporada, porque, para eso sí que tenía, pero es que me da mucha rabia comprarme ropa en su momento y luego verla en los escaparates con el 50% de descuento, así que hace ya años que aguanto hasta las rebajas con lo que sea, aunque, como en este caso, el chaquetón dé grima verlo. Asímismo, hay una lista en mi casa de cosas que adquirir con los descuentos de enero, tales como un juego de sartenes, unas fundas para los sofás, y, si podemos llegar a tanto, una lámpara para el cuarto de estar porque la que hay hace ya dos meses que decidimos cambiarla tras 45 años de uso.

El problema es que ahora ya no hay excusa y debemos salir de compras en rebajas, cosa esta que yo no puedo soportar. Si ya las grandes superficies me producen estrés cualquier día del año, meterme en una de ellas a pelearme por un chaquetón con un señor que ha venido de Orihuela a pasar el día me pone sencillamente histérico. Y luego está lo de las tallas, que siempre, pero absolutamente siempre, del que me gusta no queda de la mía y la señorita me va a decir "es que este modelo se ha vendido muy bien" mientras que del otro, del que yo tendré que llevarme por obligación, quedan todos los tamaños y colores, así que yo me iré con el chaquetón y con la idea de que es más feo aún de lo que a mí me lo parece puesto que no le ha gustado absolutamente a nadie desde el mes de septiembre que lo trajeron.

Me gustaría no caer este año en lo que me suele suceder siempre en estas rebajas: que salgo a por el chaquetón y vuelvo con una camisa, un suéter y dos pares de calzoncillos, aunque de todo eso sí que tengo, pero es que, al verlo allí tan barato, y habiendo de mi talla como hay, quién resiste la tentación de la ganga. También puede ocurrir que consiga encontrar el chaquetón ideal y, al verle el precio, piense: "Mejor lo dejo para las segundas rebajas y me sale más barato todavía", ocurriendo que, por supuesto, cuando vuelvo ya no queda.

En fin, que les deseo mucha suerte con las rebajas. Ah, y tengan cuidado con las tarjetas de crédito, que el año pasado, cuando vino en febrero la factura de la mía, me caí al suelo y me tuvieron que hacer el boca a boca durante media hora.

Un saludo afectuoso.