No paraba de darle vueltas, llevaba así dos días casi sin dormir con el asunto en la cabeza y le estaba amargando la existencia: tenía dolores punzantes en las sienes, una pastosidad en la boca que le producía náuseas incluso el corazón acelerado y sensación de que el aire no le llegaba a los pulmones. «¿Y si Don Arturo, su médico de toda la vida, se hubiese equivocado? ¿Y si lo que me pasa es una enfermedad tan rara que en las tres veces que he ido a Urgencias no me la han detectado? Total, solo me han hecho tres electrocardiogramas y un par de análisis. ¿Y si esto fuese algún tipo de infarto o, lo que es peor, un cáncer? se preguntaba Alfredo con preocupación... «¡Si no me han puesto ni tratamiento y me estoy muriendo!».

Juana, su mujer, lo miraba con resignación y le aconsejaba que se tomase una pastilla «pa´ los nervios, que eso no te va a hacer daño» y que lo que el tenía era exceso de preocupación y nada más, pero ¡qué sabría ella! Él era un hombre con una personalidad fuerte y en su vida había tenido peores situaciones. Lo que le pasaba no era de estar loco. Él no era un débil de carácter.

Fue en el bar en que trabajaba, hablando con José Antonio de hombre a hombre, donde descubrió la palabra mágica que daba sentido a su sufrimiento: «Coño, nene, lo que tú tienes es ansiedad», le dijo con la seguridad de un catedrático mientras le deslizaba un blister de pastillas de una medicación de nombre extraño, pero que terminaba en pam€

Si les cuento todo esto es porque en la Comunidad de Murcia y a pesar del estricto control farmacéutico se consumen mensualmente un millón de cajas aproximadamente de ansiolíticos, esos fármacos que terminan en pam. Una caja por habitante y mes aproximadamente, ancianos y niños incluidos.

Les recomiendo, si tienen tiempo y ganas, que se lean el prospecto de algunos de estos fármacos, sobre todo el apartado de precauciones y el de efectos secundarios. Si se ponen inquietos y con ansiedad después de leerlo consulten mejor con un especialista que con un barman.

Su salud lo agradecerá.