Siempre se ha dicho aquello de a palabras necias, oidos sordos. En algunos casos esto se podría aplicar también a aquellas preguntas incómodas e inoportunas que por algún motivo el ser humano no puede dejar de hacer aun sabiendo que, en cualquier caso, nunca acabará bien: son las #PreguntasQueNoSePreguntan, tal y como especifica el hashtag de Twitter. Así de pronto se me vienen unas cuantas a la cabeza, pero que no sea lo que yo digo sino los tuiteros. Si hay un prototipo de pregunta que, para bien o para mal, siempre acaba de forma desafortunada es aquella de: «¿Estás embarazada?», pero que tire la primera piedra quien sabiendo las consecuencias no ha caído en la tentación alguna vez. Pero si hay alguna que a mí particularmente me molesta profundamente es aquella de: «¿Estás dormida?» o en su versión más extensa «¿Te he despertado?», como apunta @nataliarubio. ¿Cómo es posible responder a esta cuestión sin ser especialmente desagradable? Y lo mejor de todo ¿cómo se le ocurre a quien ha perturbado tu sueño hurgar con el dedo en la yaga? Y lo peor, es que si se te ocurre responder es seguro que inicia una conversación de la que no podrás escapar, por muy soñolienta que una esté. Otra especialmente desagradable puede ser «¿Es que te has dejado el gimnasio?» o «¿Estás bien?» seguido de «tienes un aspecto horrible». También se incluyen en esta selección preguntas especialmente estúpidas pero que se convierten prácticamente en un hábito o muletilla en la comunicación interpersonal: «¿Has venido?» mientras te están viendo en dicho lugar; «¿Dónde estás?» mientras te llaman al teléfono fijo de casa, y muchas otras similares que se convierten en una especie de preguntas retóricas, no por su falta de respuesta… sino porque la réplica resultaría incluso más simple que la cuestión. La versión murciana de esta categoría sería algo así como: «¿Acho, sí?», como bien apunta @Superperrete, el primer superhéroe murciano. Pero si hay una pregunta impropia, aunque más habitual de lo que se cree es aquella de: «¿A quién has votado?» o su futurible «¿A quién vas a votar?».