Como era de esperar, tan solo tres meses después de la toma de posesión de un Gobierno del Partido Popular, los sindicatos han desempolvado sus pancartas, han colocado pilas nuevas a sus viejos megáfonos, se han enfundado sus chaquetas de defensores de los trabajadores y han tomado las calles de todo el país para levantar su voz en contra de la reforma laboral propuesta por el Gobierno. Aunque cada año que pasa a uno le van quedando menos esperanzas de que aquellos que representan a las instituciones demuestren al menos cierta dignidad, en esta ocasión la velocidad de reacción de los sindicatos ha sido tan vertiginosa que sus vergüenzas han quedado totalmente al aire.

Durante los últimos cuatro años de Gobierno socialista, los sindicatos han tenido más de cien oportunidades para llevar a cabo una huelga general. Sin embargo, no lo hicieron. Ni siquiera realizaron una manifestación digna de merecer ese nombre. Cuatro años sin apenas salir a la calle, sin un resquicio de rebeldía, sin una voz más alta que la otra. Sin embargo, ahora, con una reforma laboral que se presume tan ineficaz como la que llevó a cabo el Gobierno de Zapatero, incluso muy parecida a aquella en algunos aspectos, justo ahora, los sindicatos se lanzan a la calle y dicen que esta reforma es la más cruel y dictatorial de toda la historia moderna de España, como si ellos supiesen de historia. Porque, hablando de historia, tal vez habría que recordarles a algunos que en los últimos cuatro años del Gobierno socialista presidido por José Luis Rodríguez Zapatero —cuatro años de una crisis brutal—, los sindicatos de nuestro país ingresaron la friolera de más de mil millones de euros en subvenciones de todo tipo. Ya se sabe, en nuestro país cualquier estupidez vale pare subvencionar cualquier cosa, el caso es regalar dinero público. Como regalo de fin de legislatura —tal como se recoge en el número del Boletín Oficial del Estado publicado el 7 de febrero de 2012 y según publicaba hace unos días un diario nacional—, el Gobierno de Zapatero aprobaba el 18 de noviembre de 2011, a sólo dos días de las elecciones generales, a través del Instituto de la Mujer, dependiente del ministerio de Sanidad, Política e Igualdad, otorgar subvenciones por valor de 2,2 millones de euros a distintas asociaciones y organizaciones, siendo los sindicatos mayoritarios de nuestro país, UGT y CCOO, de los más agraciados por tales subvenciones.

Que los sindicatos en nuestro país se han convertido en empresas llenas de sociedades con intereses políticos partidistas ya lo sabíamos algunos. Es más, para nuestra desgracia, los sindicatos han sido los grandes responsables de que durante la última década un porcentaje mínimo de trabajadores mantuviesen a base de prestaciones a cientos de miles de vagos, entorpeciendo el mercado laboral de nuestro país. Por eso, no es de extrañar que para algunos sindicatos los cuatro millones de parados con un Gobierno socialista no valgan lo mismo que los cuatro millones de parados con un Gobierno del PP.

En fin, si quieren hacer política, que la hagan, pero que luego no tengan la desfachatez de decir que se preocupan por los trabajadores, porque han tenido cuatro años para luchar contra un Gobierno que nos ha colocado a la cabeza del paro del mundo desarrollado.