La furia inspectora de Hacienda viene de lejos. Buscando otra cosa me topé con un pasaje del Nuevo Testamento que tenía un poco olvidado. Son los capítulos de los Hechos de los Apóstoles que relatan la vida de los primeros cristianos en Jerusalén, en torno a los apóstoles y de María.

Según el relato, atribuido al evangelista Lucas, en la primitiva iglesia de Jerusalén «todos los creyentes vivían unidos y tenían las cosas en común. Vendían las propiedades y los bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno». Añade: «La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma, y ni uno de ellos no decía que fuera suyo nada de lo que le pertenecía, sino que todo les era común. (..) No había ningún pobre entre ellos, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían, llevaban el producto de la venta y lo depositaban a los pies de los apóstoles; entonces era distribuido a cada uno, según lo que necesitaba».

Bonito, ¿verdad? Y radical. Pero tiene su lado oscuro. Atención: «Cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: ´Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios´. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: ´Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad?´ Y ella dijo: ´Sí, en tanto´. Y Pedro le dijo: ´¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti´. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas».

Caramba con Pedro. Eso sí que es un inspector de Hacienda expeditivo.