En nuestra sociedad el concepto de pareja esta distorsionado y algo confuso, ya que todos sabemos lo que es pero, en mi sano juicio, no sabemos aplicarlo o no estamos dispuestos a llevarlo a sus últimas consecuencias. Pienso que hemos sido arrastrados por el desamor de la sociedad y hemos perdido la esperanza de querer y ser queridos. Por ello hoy nos da tantísimo miedo amar.

Tener pareja significa tener un proyecto de vida en común, en el que un hombre o una mujer están dispuestos a ofrecer su vida a la otra persona por el mero hecho de quererse. Sólo basta con tener un acuerdo lo suficientemente fuerte para que esto sea una realidad y seguir juntos pese a las dificultades. Cuando esa unión es verdadera, uno no tendrá la necesidad de cuestionarse continuamente la relación y menos aun ese proyecto.

La pregunta es: ¿Las parejas de hoy día están dispuestas a renunciar a cosas o personas por su amado/a? Yo creo que no. Hoy no suele haber individuos muy dispuestos a dar todo a cambio de nada y menos a ceder a cosas por la otra persona. ¿Por qué renunciar? Porque sin eso no hay proyecto de vida en común y en consecuencia tampoco una verdadera pareja, aunque en lo fáctico pueda existir, pero no es real. El dejar de hacer no puede significar un abandono de mi ´yo´, sino que se trata de saber apartar o excluir aquello que puede desfavorecer la relación.

Hemos perdido la capacidad de sufrir, de aguantar y de padecer. Motivos por los cuales las personas dejan de valorar las cosas y ya no dan importancia a los auténticos valores que nos ofrece la vida. ¿Por qué menciono esto? Lo enuncio debido a que sin sufrimiento jamás una pareja podrá ser duradera, puesto que el padecimiento y el mal entrarán presentes de forma irremediable.

El amor ha quedado marginado en favor de la codicia, el egoísmo y por supuesto del individualismo. Nunca podrá existir una pareja si somos seres independientes y no estamos involucrados e implicados con la otra persona. El amor es algo más, significa querer sin condiciones, amar sobre todas las cosas. Cuando algo se adora, uno es capaz de dar su vida por aquello por lo que tiene predilección y lo defenderá por encima de todo. Cuando escribo esto recuerdo el amor de una madre a su hijo, es decir ´el amor de María´, como paradigma de amor de esposa, de madre, de amiga, la cual encarna el amor perfecto, puro, sin sombra de egoísmo o desorden alguno.

Existe una obsesión generalizada, entre los más jóvenes, de etiquetar su relación amorosa. Esta nomenclatura, en ocasiones, sigue una escala imaginaria que va desde menor compromiso a mayor compromiso, con nombres tan variopintos como: amigos; amigos con derecho a roce; rollo; novios; pareja de hecho; matrimonios; parejas libres y un sinfín de repertorios para definir lo mismo, es decir la pareja. Todo esto ha creado confusión y ha encadenado una serie de errores que hacen que se pierda la verdadera esencia de los enamorados. ¿Qué somos? Es imposible saberlo, con todos los nombres que dicen que hay, a ver quién lo adivina. Las cosas son como son, y en consecuencia, se es o no se es. ¿Es tan difícil involucrarse o es que por el contrario tenemos miedo al fracaso y queremos seguir siendo personas independientes sin establecer más allá del mínimo y simple compromiso? Ha llegado la hora de decidir, de atreverse, de observar la realidad y de cruzar la frontera. La palabra pareja, es en singular y no es por casualidad, sino porque significa la unión de dos personas en una y por ello éstas han de vivir según la recta razón, con la diligencia de unos buenos padres de familia y por supuesto con amor indudable y real. No es suficiente la simple apariencia del buen amor, sino que hay que ser consecuente, y por lo tanto, vivirla y sentirla.