Nuestra democracia no funciona. De eso se trata ¿no? La crisis lo ha puesto en evidencia de la forma más efectiva: desde el punto de vista económico. Ahora que no hay dinero, las costuras del sistema ceden y dejan al descubierto nuestras miserias y la impostura de las instituciones tal como fueron diseñadas desde la Transición.

Todo el mundo sabe que el sistema político pactado (pactar no es un término peyorativo: dialogar y pactar es la esencia de la democracia) está agotado. Una legislación electoral injusta (escrita para favorecer a los partidos nacionalistas a costa de los partidos minoritarios), un estado autonómico hinchado hasta límites económicamente inviables, un poder judicial rehén del poder político, un mundo cultural siervo de las subvenciones, una cerrada estructura de partidos que ha convertido a los políticos en una casta, etc.

Las acampadas de los descontentos son un reflejo del hastío de una ciudadanía frustrada por un sistema que se pudre y que ha taponado cualquier vía de regeneración en los cauces institucionales o sociales. Pero esta descomposición del sistema es un fenómeno que se viene denunciando y analizando desde hace mucho tiempo en los medios de comunicación. Por ello, los acampados se equivocan cuando......sigue leyendo el post