Cuando uno ve una tienda de café molido en la misma acera que las sucursales de Hermès y de Prada, lo primero que se le ocurre es que algo

no funciona. ¿Desde cuando el brebaje negro con el que desayuna media humanidad es un artículo de lujo? Pero esta ha sido justamente la apuesta de Nestlé con el sistema Nespresso: rodear un producto ordinario del tipode glamour que uno espera de las tiendas Cartier. Curiosamente, la cafetera, lo que sólo se compra una vez, se ofrece en cualquier comercio de electrodomésticos o gran superficie; en cambio, las cápsulas de café sólo se encuentran en las tiendas-boutiques de la marca, y sólo las cápsulas fabricadas por Nestlé se adaptan a las cafeteras de su sistema.

Hasta ahora.

Hasta ahora, porque otra marca (Marcilla) ha empezado a fabricar cápsulas más económicas que también encajan en el receptáculo de las Nespresso. Tras lanzarlas con éxito en otros mercados europeos, acaban de llegar al español. Su ventaja comercial no radica tanto en el precio como en la comodidad de encontrarlas en la misma tienda donde compramos el detergente y las lonchas de fiambre al vacío. Con esta maniobra de vulgarización se liquida el privilegio de exclusividad de la marca suiza y los poseedores de uno de sus artefactos ya se pueden ir

despidiendo del glamour, a no ser que los tribunales deciden medidas cautelares cuando se presente la previsible denuncia.

El sistema de las cápsulas es un gran invento. Permite al usuario preparar un expreso con facilidad y rapidez, y a la marca, vender café molido a 78 euros el kilo (diez veces más caro que en los paquetes ordinarios). Pero el sistema de patentes ha llevado a una extraña perversión: hay

decenas desistemas, cada uno con su cafetera exclusiva que sólo admite su modelo de cápsula. Para cambiar de marca hay que comprar una máquina nueva. Esta fidelización forzada traiciona el espíritu abierto que se espera de los mercados, y provoca ineficiencia, ya que impone unos costes añadidos

innecesarios. Por ello cabe prever que el propio mercado se encargue de romper el cerrojo; en caso contrario lo deberían hacer las autoridades protectoras de la competencia.

De momento, Marcilla vende cápsulas que funcionan en las máquinas Nespresso. Es un primer paso. Quizás un día todas las máquinas servirán para todas las marcas de cápsulas, y seleccionaremos las unas y las otras por simples razones de calidad, precio, sabor, aroma y diseño. Como habíamos hecho siempre. Prepararemos el café que más nos apetece con la cafetera que más nos gusta, y así seremos un poco más felices.