Original título para una película argumentada en la Guerra Civil española. Son muchas las historias que se podrían contar acerca de ese episodio tan triste y no somos pocos los que las hemos escuchado de labios de nuestros padres y abuelos. Mi madre siempre ha dicho de la suya: «Si se hubiesen recogido sus lágrimas se habría llenado un mar». En la proyección, realidad y ficción son tratadas con tal maestría que el resultado es un magnífico tapiz entretejido sobre el perdón y la reconciliación, el concepto de paternidad y la esencia de la santidad siguiendo el hilo —mucho más allá de la metáfora— de la necesidad personal de enfrentarse a los desafíos fundamentales en la vida. De ahí surge la idea para titular este largometraje: Hic sunt Dragones (Aquí habitan dragones); se refiere a la leyenda que se ponía en los mapas medievales en las zonas desconocidas. Así lo ha explicado en las distintas entrevistas que ha concedido a los medios de comunicación el director de la película, Roland Joffé. Interesante cartografía para todas las épocas de nuestra vida por los siglos de los siglos. El devenir es un misterio envuelto por alegrías y tristezas como cara y cruz de una misma moneda. La vida es un gran tesoro que Dios pone en nuestras manos y que tenemos que descubrir, es la paradoja de la libertad, elegir entre el bien y el mal. Lo que nos hace sufrir en nuestra existencia son ´dragones´ que atacan inesperadamente. Importa estar preparados para afrontar lo que la vida nos depare, ella es la gran maestra que muestra los mejores ejemplos. Aprender cómo en cada situación implica una respuesta personal.

El próximo 25 de marzo se estrena en España Encontrarás Dragones, una historia de odio y perdón, una historia ambientada —magníficamente– en la Guerra Civil española. Llama la atención su mensaje cristiano cuando dirección, producción y guión son del británico Roland Joffé, judío agnóstico que ha descubierto en una creencia religiosa la excelencia del amor con mayúsculas. Uno de los personajes es San Josemaría, fundador del Opus Dei. Su protagonismo tiene mucho que ver con la cercanía a la gente, por eso no es el foco principal de la película; sin embargo, brilla con luz propia que Dios está presente en la vida cotidiana y que cada persona tiene dentro de sí el potencial de ser santo en todas sus circunstancias, con sus aciertos y con sus errores, si descubre el mensaje de Cristo, que es de amor y redención. Tan humano, tan divino.