Cooperación. Voluntarismo. Ingenuidad. Peligro. Ayuda solidaria. Ayuda sincera. Imprudencia. Ingenuidad. Mala conciencia. Imprudencia. Sentido común. Los tres cooperantes españoles y catalanes, catalanes y españoles, ciudadanos, en fin, están en casa. ¿Hay algo más importante que eso? Parece que sí. Cuánto ha costado la ronda y quién la ha pagado, por ejemplo. A unos les interesa mucho esta cuestión. A otros, las razones de un rescate inusitado. A los menos, la complicación de todas estas cuestiones juntas y más de lo mismo.

Si concentramos las declaraciones políticas que están por venir, de todos y todas, nos llenaría de espanto el resultado. No ocurrirá tal cuando las escuchemos, las veamos, las padezcamos: la costumbre es una fuerza inexpugnable y los acostumbrados mayoría. Nadie quiere ir más allá de lo posible; hay gente que desea avanzar en lo imposible, a pesar de que un pasodoble o un partido del Barça les ponga en peligro de muerte. El reto es absoluto, no tiene envés. Somos cruzados frente a ellos, desde hace más de dos mil años, y ganamos Lepanto de la misma forma que llevamos su sangre. Es imposible entender y entendernos, porque la libertad es para nosotros el bien más preciado y, para ellos, se convierte siempre en sacrificio.

Cuando este artículo manche el papel, no sé a qué altura estarán las insidias, los menosprecios y los desprecios, pero estarán. Tenemos la suerte de que una vida humana todavía vale algo en rincones inciertos de nuestro mundo, pequeño, privilegiado, absurdo, catastrófico y perverso. Ellos se inmolan y ganan siempre porque no sabemos donde acaba su sacrificio, en qué lugar se pierden, a qué limbo acuden (quizás se vayan todos a publicidad). Es preciso recurrir al pensamiento lógico, de una vez por todas, y alejarse para siempre del mito. Los griegos enseñaron.