Carlos Cuevas (Barcelona, 1995) llevaba seis años ligado a Pol Rubio gracias a 'Merlí' y 'Sapere aude', un personaje que ha sufrido una gran evolución desde que empezara como alumno rebelde en el instituto hasta que despuntara como aventajado estudiante universitario de Filosofía en las provocadoras clases de María Bolaño (María Pujalte). Después de que Movistar+ emitiera hace un año la segunda y última temporada del 'spin-off', los episodios acaban de llegar a TV-3 con el protagonista enfrentándose a su peor bache: descubrir que ha contraído el VIH.

La temporada no empieza muy bien para Pol, al descubrir que le han contagiado el VIH. 

Es un susto que se lleva en el primer capítulo. La temporada va de cómo asume esta noticia inesperada, cómo le afecta y cómo hace para tirar para adelante.

¿Tener el sida todavía es un estigma? 

Por supuesto, y algo que está rodeado de muchísima desinformación. En los guiones se intenta dejar muy claro que no es lo mismo el VIH que el sida, que hoy en día la gente ya no muere de esto, que hay una medicación que no te lanza al abismo como en los años 90, que es muy limpia y que quien la toma se convierte en indetectable e intransmisible y no puede transmitir el virus, algo que mucha gente no sabe. Somos una generación a la que se nos ha educado con miedo al VIH. Las clases de educación sexual que recibí en la escuela eran precarias y nos hablaban del sida como un monstruo que se agarraba en los 80 y venía de ambientes oscuros y sórdidos.

Lo que aumentaba el estigma. 

Estigmatizaba a según qué sectores y tendencias sexuales. Y muy lejos de esa realidad está el VIH de verdad, que es un virus que circula y que contagia a la gente, porque esto no va de culpables.

¿Considera que este año 'Merlí. Sapere aude' es más didáctica que nunca por el tema del VIH? 

Sí, es un tema de fondo. Al protagonista le pasa esto y va a vertebrar toda la temporada. La serie no quiere ser panfletaria, sino que habla del VIH desde hoy, porque Héctor [Lozano, el creador] sentía que siempre se hablaba de este tema desde épocas pasadas, en los años 80 o los 90, y en sectores de población estigmatizados y ambientes sórdidos como los de la prostitución y la drogadicción. Ahora estamos hablando del VIH desde un chaval universitario, que vive con sus padres y que lleva una buena vida.

¿El personaje de Dino (Eusebio Poncela), su nuevo jefe, sirve para contraponer esas dos épocas del sida, la del pasado y la del presente? 

Dino va a ser un mentor espiritual de Pol, alguien que le va a decir que la vida son dos días y que se puede vivir con esto. El personaje también sirve de contrapunto con el de Nao Albet, que es quien contagia a Pol el VIH y tiene que huir de la ciudad porque no soporta la presión y nunca más ha podido estar tranquilo en un entorno en el que le conocen y le estigmatizan.

Axel (Jordi Coll), el otro fichaje de la temporada, hará que Pol vuelva a ilusionarse. 

Me atrevería a decir que hace que se ilusione por primera vez y de una manera un poco más adulta y madura. Pol había tenido novietas en el instituto, pero esto es otra cosa. Se encuentra con un tío adulto, que escucha, que tiene las cosas claras...

¿Se han planteado el final de esta segunda temporada como un cierre definitivo de la serie? 

Yo siempre concibo el desenlace de cada temporada como el final, y considero que esta es muy redonda. Creo que acabará así y no me parece mal, es un buen final.

¿Cómo fue rodar la última escena? ¿Fue especial pensando que iba a ser el final, después de haber estado tantos años ligados a este personaje? 

Sí, yo lo viví así. La última escena de la serie fue también la última que rodamos y llevo otro 'look'. Fue una mañana entera de rodaje y fui a despedirme de Pol así. No estoy esperando volver al personaje.

"No estoy esperando volver al personaje"

¿Y no ha echado de menos este año a Bruno (David Solans), con el que sabemos que acabará Pol por el 'flash forward' del final de 'Merlí'?

La decisión no era mía, yo ahí ni pincho ni corto. En los guiones se justifica su ausencia porque Pol está centrado en su carrera, tiene una vida nueva y decide no tener relación con Bruno. Si el espectador sabe que en un futuro estos dos personajes terminan juntos, estupendo, pero el presente de Pol es sin Bruno.

En esta temporada, todavía sigue sorprendiendo a los personajes que Pol sea bisexual. ¿Cree que es algo que está cambiando con las nuevas generaciones? 

Cada vez pasa menos. También depende mucho de los círculos y los sectores en los que te muevas, pero sobre todo creo que es generacional. Cuanto más joven es la persona, menos se sorprende de la bisexualidad.

Este año 'Sapere aude' tiene muchas menos escenas subidas de tono, después de que el sexo fuera uno de sus grandes temas, y de los más comentados. 

Sí, ha habido una clara marcha atrás respecto a la temporada anterior alrededor de las escenas de sexo y hemos pasado de cien a cero. Pero creo que está justificado porque a Pol le diagnostican el VIH y el chaval desarrolla miedo al sexo. Ahora mismo, para él significa el contagio, la inseguridad, le pone en duda muchas cosas... A Pol le va a costar mucho volver a tener relaciones sexuales de una manera tranquila por todo lo que está viviendo.

Jordi Coll y Carlos Cuevas, en la segunda temporada de 'Merlí. Sapere aude'.

¿Le molestaba que se hablara más de si usted salía desnudo en alguna escena que de la trama en sí de la serie?

Sí, porque creo que infantiliza la serie y no va al foco. Hay debates mucho más interesantes en 50 minutos de capítulo que una sola escena de sexo. Pero es una apreciación más personal y no pasa nada, entiendo que la gente comente lo que quiera.

'Sapere aude' es una serie bilingüe, la primera prácticamente en catalán de Movistar+. Cuando en TV-3 se emitió 'Drama', que también apostaba por utilizar tanto el catalán como el castellano, hubo mucha polémica. ¿Cree que es un tema que aún no se ha superado?

Si queremos hacer un cerco de solo catalán o solo castellano, nos estaremos equivocando. Debemos aceptar que en Cataluña se hablan los dos idiomas y es bilingüe. Que se critique una serie bilingüe que se emita en TV-3 me parece decimonónico, y viceversa. Es chulo que se muestre esta realidad cultural.

Pol empezó siendo un personaje secundario en Merlí y poco a poco fue ganando protagonismo y granjeándose la simpatía del público. ¿Por qué cree que fue?

Una de sus virtudes es que es un poco un antihéroe. Se equivoca, tiene sus traumas, el público lo ve y él no. Es un personaje que está bien escrito, y por eso le gustó a la gente. ¡Y algo bien también habré hecho yo, vamos!

Lleva trabajando en el audiovisual desde que tenía 8 años, cuando debutó en la famosa telenovela de TV-3 'Ventdelplà'. ¿Cómo ha llevado lo de crecer frente a una cámara?

Bien, de una manera muy natural porque estaba muy bien rodeado. He tenido mucha suerte. Supongo que esto también va de suerte y de quién te encuentras, quién te rodea y cómo te cuidan. Yo siempre me he sentido muy adulto y muy niño a la vez, muy comprendido, acompañado y escuchado.

¿No cree que se ha perdido cosas de una infancia normal?

Pero también he ganado otras.

Sí que ha tenido tiempo para estudiar la carrera de Literatura. Pero después de seis años en una serie en la que cada capítulo nos ha hablado de los grandes pensadores de la historia, casi que se ha licenciado también en Filosofía...

¡Ojalá me lo convaliden! (Ríe) Un par de cursos de Filosofía me merezco después de cinco temporadas. 

Fue muy criticado cuando le contrataron para poner la voz en 'Memorias de Idhún', porque no tenía experiencia en doblaje.

A mí me contratan para un curro, lo hago lo mejor que puedo y me voy. Quien quiera polemizar, que lo haga.