Habla de cultura en los 'telediarios' y en otros programas de TVE entreteniéndose en explicarlo, disfrutando lo que cuenta y cómo lo cuenta, poniéndole poesía... Porque se lo permiten. Y este estilo tan particular que tiene Carlos del Amor (Murcia, 1974), propio de la 'slow tv' que reivindica, lo ha sabido llevar al espacio de entrevistas que presenta en la 2, 'La matemática del espejo'. Un lujazo que es reconocido y ahora ha sido premiado con un Ondas al mejor presentador. Su único deseo es que otros programadores mimen a los informadores culturales como hacen los suyos.

Ya tiene un Ondas al mejor presentador. Ni se lo hubiera podido imaginar.

Cuando esta mañana hacía el paseíllo por los jardines del Palacete Albéniz para encontrarme con los medios me parecía como que no era yo. Lo veía desde fuera como algo irreal. Tampoco soy un presentador de toda la vida… No sé exactamente qué soy, la verdad.

¿Un poeta, quizá?

No sé. Pero me gusta mucho que se premie a alguien que haga información cultural, que es una información que tiene un sambenito injusto muchas veces de que baja la audiencia, y los minutos que sobran son para la cultura. Formar parte de un proyecto en el que sí se apuesta decididamente por la cultura me parece que está muy bien, y que te premien por eso, pues estupendo. Este es un premio que han ganado animales de la comunicación y verte en esa nómina, pues... 

Le decía lo de poeta porque sus introducciones están muy trabajadas y se toma su tiempo para explicarlo. Y eso que la televisión actual todo es muy rápido y muy troceado para mantener la atención del espectador. Digamos que lo suyo es un lujazo

Y yo digo que soy lo soy porque la tele pública me permite hacer estas cosas. Te permite 35 minutos para un resumen de fin de año emitido el día 31 de diciembre protagonizado por gente de la cultura. Te permite hacer un plano secuencia de una exposición de 13 minutos y darlo en el programa más importante de reportajes, que es 'Informe Semanal'. Me permite el 'Crónicas' de Miguel Hernández de dos minutos y medio. Yo cada vez reivindico más la ‘slow tv’, es decir, las cosas un poco más lentas, no tener que ir tan tan deprisa en todo. Tiene que haber algún punto en el que la gente pueda reflexionar, pensar, gozar de la cultura. Entonces es un privilegio poder hacer esto. 

Y que encima se premie. 

Y que se premie es no lo esperado, pero lo que te hace sentir muy orgulloso. 

¿No se vería entonces en una una cadena privada o una plataforma?

Yo sueño con programadores que apuesten más por la cultura. Yo ya los tengo. Y este placer que yo siento se lo deseo a mis compañeros de profesión. El que alguien diga: haz 10 minutos de esto, haz cinco minutos de esto otro. Yo sueño con eso, porque no baja la audiencia. Si nos lee algún programador que sepa que la cultura no baja la audiencia en la tele, que es cuestión de apostar.